Cartas al director
Galdós y los españoles
Galdós, refiriéndose a los españoles, decía que eran hombres de «poco seso o sin ninguno en ocasiones», siempre tropezando y levantándose, en la lucha de sus vicios y virtudes. «Grandes subidas y bajadas, grandes asombros y sorpresas, aparentes muertes y resurrecciones prodigiosas, reserva la Providencia a esta gente, porque su destino es poder vivir en la agitación como la salamandra en el fuego, pero su permanencia nacional está y estará siempre asegurada».
Ojalá el gran Galdós acierte en sus optimistas seguridades y predicciones, ya que actualmente observamos con honda preocupación un horizonte sombrío y cargado de negros nubarrones de enfrentamientos disgregadores. En España, detrás de la esperanza, siempre aplazada y nunca totalmente cumplida, del asentamiento real y fáctico de la convivencia democrática, está siempre presente el fantasma amenazador de las rupturas y las disensiones, haciendo real lo de «al perro flaco todo se le vuelven pulgas».
Ese fantasma trágico es la incomprensión sectaria de determinada clase política, que no cree en España y en su unión y solidaridad, siempre instalada en el aldeanismo demagogo y separatista y elucubrando cambios constitucionales o formas de Estado. Hay que repetirlo una vez más: Los experimentos con gaseosa.