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Cartas al director

Es hipocresía

Un amigo me comentó con cierta resignación que su esposa es políticamente correcta. Tanto, que antes de cada reunión con amigos, le suplica que evite hablar de temas controvertidos, como política, cambio climático, cuestiones de género, religión e incluso cocina, para no incomodar a quienes no toleran sus opiniones. Hay personas que realmente se molestan si mencionas cómo debería hacerse una tortilla de patatas. En definitiva, le recomienda que no hable de nada, que se tome unas cañas y que comente el tiempo, ya que eso nunca falla. El daño intelectual resulta irreparable, especialmente después de la quinta.

La tendencia en esta Europa «woke» a evitar temas controvertidos nos está robando el debate de ideas. En otras palabras, la corrección política está restringiendo la libertad de expresión, problema que se agrava cuando se utiliza de manera torticera para estigmatizar a quienes no la siguen, convirtiéndola en la hermana incestuosa de la doble moral. Cuando se evitan temas como la inmigración por temor a ser tachado de racista, xenófobo o ultraderechista, se impide un análisis crítico y, por tanto, la posible resolución de un problema tan complejo.

Un inmigrante menor no acompañado nos cuesta a los españoles (menos al hermano del presidente), muchos euros al mes. Preguntar por qué no se destina mejor a fomentar la natalidad de las mujeres españolas se considera políticamente incorrecto, al igual que destacar el evidente choque cultural que supone acoger a inmigrantes de ciertos países islámicos. Sin embargo, ofrecer 250.000 empleos para esos inmigrantes, en un país con alarmantes cifras de paro juvenil, se considera políticamente correcto. Es mejor darles bonos culturales.

Pero lo más sangrante es cuando se quiere ser políticamente correcto haciendo exactamente lo contrario de lo que se dice. Como la devolución de inmigrantes irregulares. Y eso, Sr. Sánchez, ya no es cambiar de opinión; eso se llama hipocresía. Y usted la utiliza para desviar los problemas reales y polarizar a la ciudadanía. Por cierto, la tortilla de patatas creo que debe llevar siempre cebolla.