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Cartas al director

El síndrome de Caracas

Desde el atraco con rehenes a un banco de Estocolomo en 1973, se ha venido hablando del « síndrome de Estocolmo» en referencia a una cierta relación afectiva que pudo entablarse entre rehenes y ladrones, quienes compartieron seis días de cautiverio en la cámara acorazada del Banco. Como casi todo, también este síndrome ha sido sometido a revisión, afirmándose ahora que la actitud de los rehenes durante el proceso de negociación no respondía a que hubiesen empatizado o conectado afectivamente con sus secuestradores sino a que optaron por la más racional de las respuestas para conseguir salir vivos.

Así se entiende que Edmundo González Urrutia disculpase primero al régimen de Maduro y después al Gobierno de España, ambos los que consiguieron sacarle de Venezuela donde ya la Fiscalía, que allí también depende del mismo, había puesto sus intereses. Dice el presidente electo de Venezuela que el país que prestó su territorio ( la embajada), su representante ( el embajador) y el transporte ( avión de las Fuerzas Armadas) así como el lugar de acogida; el Gobierno que fue testigo y cooperador necesario de la salida forzada del presidente Edmundo; ese Gobierno que solucionó el problema ( de Maduro) nunca mal le hizo. Síndrome de Estocolmo o la adaptación más racional a las circunstancias, en aras a la propia supervivencia, al menos física. La supervivencia política ha quedado seriamente perjudicada.