Cartas al director
Reducción de jornada
A estas alturas de la historia humana, ya deberíamos estar convencidos de que el mercado libre es el mejor mecanismo para coordinar la producción y distribución de bienes, y cualquier intervención estatal que altere este proceso, como el socialismo o la expansión del crédito, lleva a ineficiencias y crisis económicas.
Otro principio de sentido común es que las empresas deben generar beneficios. Solo las que generan beneficios son capaces de sobrevivir, crecer, mantener y generar puestos de trabajo. Y los beneficios son, en definitiva, la diferencia entre los ingresos, (generados por la venta de los servicios y productos realizados por la empresa), y el total de los costes de producción de esos servicios y bienes.
No creo que nadie discuta que las empresas que, en estos momentos, generan pérdidas, están abocadas a su cierre y, por consiguiente, a la pérdida de puestos de trabajo. Si generan pérdidas, para evitarlo, no hay más camino que reducir costes de producción, porque, normalmente, la dirección de la empresa no tiene bajo control subir los precios de venta, el mercado lo suele impedir, pero sí reducir los costes de producción. Normalmente, esto se traduce en reducción de plantilla como mal menor ante el cierre definitivo de la empresa.
Pues bien, nos encontramos ahora en España, con el empeño de sindicatos y gobierno de reducir la jornada laboral semanal de 40 a 32 horas sin reducción de salario, claro está. Es decir, aumentar los costes laborales en un 20 % aproximadamente. Como quiera que los beneficios de la inmensa mayoría de Pymes no superan esa cantidad, la reducción de jornada propuesta va a abocar al cierre masivo o a la caída en el mercado negro a miles de empresas, con el consiguiente aumento de la cifra de desempleados y el aumento de la economía sumergida.
Y aún dicen que los sindicatos defienden a los trabajadores. ¡Menudo chiste!