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Cartas al director

Lo de Begoña: un análisis ético y de izquierdas

Desde que a finales de abril el presidente Sánchez se tomase cinco días de reflexión a cuenta de la investigación a su esposa, Begoña Gómez, en un presunto caso de corrupción que fue ocultado a la ciudadanía como luego se demostró en distintos medios, el «caso Begoña», como de manera general ha sido denominado –excepto para el Ejecutivo, que prefieren hablar del «caso Peinado» para dejar caer una acusación de prevaricación, pero cuya inexistencia les impide verbalizarlo por el temor a las consecuencias legales que ello podría tener– se ha convertido en objeto de análisis de no pocas mesas políticas, tertulias radiofónicas, editoriales, columnas, etc.

Y todo ello, además, en la mayoría de los casos desde un punto de vista jurídico y con trazas maniqueístas: de un lado, los que defienden la igualdad de los españoles ante la ley y, por tanto, la legitimidad del juez Peinado para iniciar tales diligencias, contra la señora del presidente; de otro lado, los voceros de la izquierda radical instalada en la Moncloa que, retomando la versión del gobierno, se trata de una cacería del juez contra la señora del presidente a la que subyace realmente una operación de desgaste político.

Sin embargo, creo que la ciudadanía que mayoritariamente no somos doctos en temas de corte jurídico, deberíamos, si no enjuiciar, sí analizar el asunto desde una óptica ética y, fundamentalmente, de izquierdas: ¿resulta ético que una ciudadana española alcance la dirección de una cátedra en una universidad pública y de prestigio como la Complutense cuando nunca llegó a cursar y alcanzar una licenciatura universitaria? ¿Es progresista la contradicción que oculta el discurso meritocrático que predica la izquierda para luego otorgar privilegios a la ciudadana Gómez a raíz de la llegada de su esposo a la Moncloa?

Me atrevo a ir más allá: ¿es feminista –un terreno que parece haberse adueñado la izquierda cuando, realmente, en tanto que resulta una cuestión central para toda democracia, debería ser universal y no entender de ideologías– que ser la «esposa de» compute como llave para alcanzar puestos frente al tradicional y machista «cuando estéis igual de preparadas, ocuparéis los mismos puestos que nosotros» que tantas mujeres han venido soportando a lo largo de la Historia? No pretendo establecer aquí un juicio de valor: simplemente, sirvan estas preguntas para que cada cual alcance sus propias conclusiones.