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Cartas al director

No es un error, es un síntoma

El delito de estafa es, naturalmente, pacífico. Bolaños dice que en el Congreso la votación a favor de la enmienda, introducida por Sumar y que supone la reducción de las penas de los condenados de ETA, fue pacífica; de hecho, el voto fue unánime. Dicen los presuntos engañados, los que de haber leído y comprendido lo que allí se votaba hubiesen dicho «no» en vez de « sí», que se la han metido doblada y con engaño, incluso aprovechando para tratar el tema en la Comisión de Justicia el día 31 de julio que casi casi no es ni laborable, en el que hace calor y en el que vivían pendientes de la comparecencia de Pedro Sánchez.

Desde la comisión a la votación en pleno apenas transcurrieron dos meses de canícula y sosiego, sin que nadie repasara temas pendientes, incluso aunque asociaciones de víctimas del terrorismo habían alertado de que ese indulto encubierto estaba sobre la mesa en la que comparten mantel el Gobierno y sus socios de Bildu. La estafa requiere que el estafador utilice engaño « bastante» para inducir el error al estafado y que haga esa estupidez que le perjudica o incluso perjudica a un tercero, como es el caso.

En cualquier empresa privada, un daño de tal calibre a la marca del producto pondría a algún responsable de patitas en la calle, ya que echar a todos los empleados sería también un lío. Así que los votantes de PP, Vox y UPN, esperamos dos cosas: ver rodar alguna cabeza aunque sea solo a un lugar menos visible y que empiecen a trabajar, aplicando una sencilla máxima: ante la duda, a lo que digan los que quieren montar un nuevo Estado, el voto ha de ser «que no».