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Cartas al director

La fiesta ibérica y su valor terapéutico

Málaga, Maracaibo y Manila. Si uno quiere fiesta, no dude en pasar una temporada allí. La fiesta tiene un poder terapéutico, porque todos los problemas se comparten y cuando uno comparte sus penas la carga se divide. «Ya no soy solo, sino soy con otro». Los habitantes de estas ciudades no viven para trabajar, trabajan para vivir. Y vivir es celebrar, disfrutar. Pero no disfrutar de manera egoísta sino compartir la alegría con los demás, expandiendo la alegría.

El profundo sentido de comunidad que tiene cada una de estas ciudades es resultado del espíritu de su gente. Entienden la vida como un regalo para compartir. El sentido de vida comunitario les permite intercambiar ideas de forma abierta, sin buscar ventajas personales, tan solo compartir. Son capaces de «perder» el tiempo con amigos, familiares y desconocidos que se han convertido en mejores amigos en cuestión de minutos. Música, danza, comida, todo se comparte y se expone a los demás, como una gran familia.

Málaga, Maracaibo y Manila comparten raíces ibéricas comunes. Raíces de la fiesta, de la música, del arte. Raíces de Garcilaso de La Vega, de Velázquez, de Botero y de Cortázar, raíces de todos los colores, raíces de una caótica y rica familia ibérica.