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Cartas al director

Mercachifles

La política se marchita. La irrupción de una panoplia de mercachifles de las ocurrencias del momento cual avispados funcionarios siempre atentos a laborar lo imprescindible y cobrar lo indecible, los merecidos o inmerecidos cupos por la paridad a costa de la tan cacareada productividad, lo bien que queda abogar –con el dicho que no con el hecho– por causas minoritarias y la pasmosa facilidad para expandir cualquier tipo de chiste con deje social en los móviles, dejan al patio público con mayúscula en paños menores.

No obstante, volcar todo el fruto del desapego a la política en los 'activos' no sería apropiado; también los 'pasivos' algo aportan en ese distanciamiento: limitarse al cliché de la derecha por lo privado y la izquierda por lo estatal, la premura de tiempo, lo aburrido que resulta escuchar la confrontación de ideas a la hora de gestionar las necesidades de la sociedad, casi sólo deja margen para el esperpento de los cacareos asamblearios, una disciplina que jugosos estipendios les proporciona a los mercachifles de turno.

Cómo extrañarse entonces de que por estos ámbitos de las señorías parlamentarias las diatribas dialécticas se decanten por si 'eres del Barça, del Madrid o del Bilbao', si vistes de 'Prada o de Hugo Boss', en fin, las conversaciones típicas del bar de todos los días arreglando el mundo mundial.