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Cartas al director

Insumisos de los 60

El filósofo Javier Sádaba reconoce que la edad no le ha vuelto más moderado sino más radical. Mi vecina, que es enfermera y observadora, opina que quienes fuimos jóvenes en los 80 estamos muy mal preparados para lo que viene y me mira con complicidad, tú ya me entiendes, y sí, la entiendo. Nos hemos vuelto muy incómodos, no sólo por el tema económico y el gasto que damos o daremos si nos empeñamos en seguir vivos; también porque la edad no nos ha provocado desmemoria colectiva ni desprecio a lo que hemos creído y creemos, ni desapego de la realidad que aún es la que nos toca vivir.

Somos los que aún recordamos el comienzo de la democracia y por eso sabemos que las distintas opiniones no se combaten, se escuchan. Somos quienes vivieron la revolución sexual sin juicios ni complicaciones, no nos perturba que algunos hombres presuman de machotes ni que las mujeres puedan decir 'no' en el momento preciso en que quieran decir 'no'. Somos tan molestos que incluso recordamos como el franquismo murió con Franco o incluso antes. Y cómo todos los demócratas, de todos los lados, tenían muy claro que nada justificaba matar ni utilizar el terror para ningún fin.

Incluso aún muchos pensamos que, a quien se dedica a la cosa pública y a gestionar el bien común, no se le puede consentir que se comporte como una sabandija, que use la mentira y el engaño o que actúe desconociendo lo que es el honor. Quizá no hemos sabido transmitir estas cosillas a nuestros hijos, convencidos de que estaban a la vista. Pero no debemos caer de nuevo en el error. Antes de irnos, nos corresponde dar la pelea, sacar al radical que llevamos dentro. Pues hoy no hay nada más radical que defender la unidad de los españoles, la honradez en la política, el amor en las familias y la dignidad de las personas.