Cartas al director
El clima y las riadas
Poco ha tardado el presidente del Gobierno en atribuir la tragedia de Valencia al cambio climático. En la reciente cumbre del clima de Bakú (Azerbaiyán), país, por cierto, que vive del petróleo, afirmaba que «el cambio climático mata», y que en España ha causado «el mayor desastre natural de nuestra historia». Acabada su «inexcusable» intervención de cinco minutos, el Uno regresó a La Moncloa movilizando dos aviones y un helicóptero. El primer aserto se desmonta en cuanto uno lee que desde el siglo XVIII existen testimonios de fuertes tormentas —las gotas frías o DANA de hoy— que causaron grandes riadas en las cuencas del Júcar y el Turia.
La segunda afirmación es igual de falsa, pues omite que, en 1962, la riada del Vallés (Barcelona) causó entre 600 y 1.000 muertos. Antes, en 1957, Valencia ya se había inundado sufriendo también grandes pérdidas de vidas y haciendas. ¿Y qué hicieron las autoridades de entonces? Acometieron inmediatamente dos grandes obras que sin duda han evitado que el desastre fuera hoy mucho mayor: el desvío del cauce del Turia y el embalse de Forata, que afortunadamente ha aguantado.
Y esto con una clase política donde no se asciende por mérito y capacidad —cursus honorum lo llamaban los romanos— sino por lealtad al partido. No, lo que mata no es el clima sino la incompetencia y negligencia de los gobernantes, con el Uno a la cabeza.