Cartas al director
Quien pregunta a Dios
Después de varios siglos de pensamiento humano el mal sigue siendo un misterio para la razón, ¿Por qué existe el mal y el sufrimiento que el mal ocasiona? Como ha sucedido en la región de Levante. ¿Cómo es posible la existencia del mal con la existencia de un Dios bueno? Es una pregunta que ni siquiera el Papa Benedicto se atrevió a contestar.
Son muchos los que culpan a un Dios en el que no creen al que desprecian e ignoran, perdiendo la fe envueltos en la oscuridad. Dios es el Padre bondadoso, sabio y omnipotente, con su bondad desea el bien de todo lo creado y de una forma especial el bien del hombre. Dios le ha dotado con un don prodigioso. La libertad. Si no vive con libertad, su vida es manejada por otro y a la vez le puede alejar del bien. Ni siquiera el primer pecado original priva al hombre de la capacidad para elegir el bien del mal.
Cuando la lluvia caí del Cielo, lo inunda todo: casas, sótanos, habitaciones, y las calles se convierten en torrentes que arrastran cuanto hallan a su paso, sin que nadie puede detenerlo, llevándose los gritos de quienes son arrastrados. Todo ocurre con rapidez, en pocos minutos, el agua color tierra corre llena de furia, la naturaleza mata como suele hacerlo ciega, desprovista de bondad, ajena a razones, a sentimientos. Indiferente con su frío horror al valor o la cobardía de los seres que aniquila. Y a partir de ahí las desgracias colectivas suelen crear oportunidades para el renacimiento de la conciencia moral que repruebe nuestra anterior conducta y reniegue de los errores que provocan el mal. ¿Si el mundo está ordenado y protegido por Dios? ¿Por qué el hombre se empeña en destruirlo? No será porque el ateo entiende que la existencia del mal es la prueba de la inexistencia de Dios...