Cartas al director
Las leyes
En mi pueblo dicen que «quien hizo la ley hizo la trampa». Otros más rebeldes —acaso por la pesadez de los tochos jurídicos y la vertiginosidad de la vida actual— consideran que «la ley está para saltársela»..., y los hay que ni cortos ni perezosos, y aprovechando el poder de la numerología cuántica y de las olvidadizas recetas del interés general, aúnan en su espíritu gubernamental las dos referidas vertientes de sentimiento hacia las leyes.
Eso del interés general está en desuso por estos lares y ha sido sustituido por el interés del partido... ¡y las leyes no iban a ser menos! Si bien, en esta displicencia también caben esposas, hermanos, amigos y amigotes y otras parentelas, es decir, «a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga» y aquí «paz y después gloria».
De vuelta a mi pueblo, el pregonero —corneta en ristre— vocea: «apaga y vámonos porque estamos aviaos».