A perpetuidad

Llueven las teorías acerca de los procederes y pretensiones políticas de P. Sánchez y otros adláteres del cotarro parlamentario español. Acaso un despotismo escasamente ilustrado sintetizaría la ristra de hipótesis variopintas hacia las que se encamina la pseudo democrática deriva partitocrática en España.

Si bien no dejan de cundir manifestaciones y proyecciones de todo pelaje al respecto, no se prodigan tanto las opiniones que dibujen y caractericen a algunos personajes que han profesionalizado la política –hoy figuras aforadas y en algunos casos forradas y ayer sin oficio ni beneficio más allá de alguna dádiva partidista como único bagaje laboral previo al añorado 'desembarco' en las paradisíacas alforjas de la Hacienda pública– como meros artistas de funcionarizar los tiempos y situaciones 'aprovechables': ONG de diferente pedigrí, sindicatos casi sin obreros y partidos políticos alicortos de oremus ideológico nutren con frenesí esta podrida manzana. Todo lo más, carcasas recubriendo la vacuidad, lo inane, 'alimentos' tan fáciles de proyectar sobre la opinión pública que casi por sí solos se bastan para colmar y calmar conciencias, poco prestas éstas a avizorar otros derroteros más complejos y complicados de discernir.