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Cartas al director

El principio de no contradicción

Se trata de un principio clásico de la lógica y filosofía más elemental. Todos pueden entenderlo, pero no todos lo aplican. Lo que verdaderamente uno es y su negación no puede ser real al mismo y en el mismo sentido. Suena lioso, aunque con un ejemplo bastará y se entenderá muy bien: no se puede presumir de ser la oposición al gobierno de España mientras se pacta el tribunal de cuentas, el tribunal constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, la presidencia del constitucional y del tribunal supremo, el consejo de RTVE, la Junta Electoral Central, el reparto de inmigrantes por toda España y la regularización de otros 500.000, las comisiones, las presidencias y vicepresidencias en el Congreso y parlamentos regionales, el Gobierno de Bruselas, la Comisión Europea…

Nada puede ser y no ser al mismo tiempo. Aristóteles lo entendió a la perfección, por eso lo concibió como el «primer principio». Otros, con vaivenes e incongruencias semanales e incluso diarias, no terminan de entender la urgencia y el peligro que supone ser y no ser oposición. La sensación roza la rabia y la impotencia. Llegados a este punto, uno concluye que debe haber cierta nube interesada y fijada en cierta calle de Madrid que impide que algunos defiendan unos propios principios a toda costa.

Javier Santos Marroquín

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