Cartas al director
El monumento y la Historia
Ante la reciente aprobación, por parte del frente «progresista» del Parlamento de Navarra (Bildu incluido), de una ley para la «resignificación» —pretencioso término— del monumento a los Caídos de Pamplona, me surge una pregunta: ¿se puede resignificar un monumento? A diferencia de cualquier otra construcción, los monumentos se erigen, según la RAE, para conmemorar algo o a alguien, de ahí que en este caso llevase el título, hoy tapado por una pancarta, «Navarra a sus muertos en la Cruzada», la última guerra civil española, hace ya casi un siglo, llamada «cruzada» como respuesta a la terrorífica persecución religiosa llevada a cabo por el bando republicano.
Fueron muchos los navarros que entonces lucharon y murieron «por Dios y por la Patria», y ese hecho, guste o no, forma parte de la historia de Navarra y la de España, como lo fueron las guerras carlistas —también civiles— y los Fueros, cuyo monumento bien que se mantiene sin que a nadie, por muy contrario que fuera a ellos, se le podría ocurrir su absurda «resignificación». Lo mismo ocurre con el más reciente monumento a las víctimas del terrorismo nacionalista vasco. Darle otro significado sería atentar ahora contra su memoria. Por eso, hacer ahora del monumento a los Caídos un centro de propaganda sectaria es un atentado al patrimonio histórico de Navarra, y lo peor es que será Bildu, el partido de la mafia etarra, el encargado de su gestión.