Cartas al director
La pasión de Mario Vargas Llosa
Con la muerte de Mario Vargas Llosa en este Domingo de Ramos, un pensamiento me ha venido a la mente: este hombre tenía sangre en las venas. Tanta como para perseguir el amor y el deseo, no dudando en girar su vida cuando lo encontraba, ni volver a hacerlo cuando se le apagaba. Esa pasión inspiró su vida y así fue como abofeteó a García Márquez por celos y como se convirtió en personaje de revistas del corazón. Su pasión también inspiró su participación muy activa en política, presentándose en su país natal, Perú, como candidato frente a Fujimori, y encabezando en su país de adopción, España, la creación de «Libres e Iguales», junto a Cayetana Álvarez de Toledo, así como sus discursos a favor de la nación y la democracia españolas, llegando a calificar al nacionalismo como una «farsa maligna».
El niño que fue Mario vivió la literatura como la visión en imágenes de lo escrito y afirmaba que aprender a leer había sido el hecho más importante de su vida. A veces, no quedaba conforme con el final de sus lecturas y el niño Mario escribía otro final más satisfactorio, o sentía tanto perder aquellos personajes que escribía sobre ellos para mantenerlos con vida. Ya de mayor, confesó que toda su obra literaria, premiada con un Nobel y muchos más reconocimientos, había continuado haciendo eso mismo, continuar y recoger historias que pudieron ser.
Algunas personas no deberían morirse nunca y Mario es una de ellas. Y ese es el final que nos toca corregir. Dar vida a Mario, a su pasión y a su obra, para que su muerte no sea el final.