Pie en pared contra las ansias de adoctrinamiento del Gobierno
Un plan educativo promovido por Asuntos Sociales para convertir a los escolares en «correa transmisora» de la Agenda 2030 es el último intento del Ejecutivo de Pedro Sánchez de meter ideología y propaganda a calzador entre la ciudadanía. Y es hora de ponerle punto final a esa práctica antidemocrática, burda y derrochadora
El Ministerio de Asuntos Sociales ha promovido un plan educativo para enseñar a los alumnos de colegios e institutos los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y convertirlos en sus mejores embajadores. Concretamente en su «correa transmisora», según reza en el programa, que también resalta la necesidad de que esta iniciativa tenga un carácter «lúdico y participativo». El enmascaramiento perfecto, en teoría, para el que no es más que el enésimo intento del Gobierno por adoctrinar a la ciudadanía, empezando por los menores. Una práctica contra la que hay que poner pie en pared ya.
Si por algo se ha caracterizado este Gobierno de coalición desde que llegó a Moncloa, además de por la improvisación, el derroche y la ausencia de rumbo, es por las ansias de adoctrinamiento. Y este plan educativo lanzado por el ministerio que encabeza la jefa de filas de Podemos, Ione Belarra, es un ejemplo modélico de ello.
Sobre la base de un concepto aparentemente inocuo y plural, como los genéricos y en muchos casos utópicos objetivos de la Agenda 2030, se apela a introducir en las aulas «cultura democrática y empoderamiento comunicativo». Se obvia, eso sí, que no son los docentes ni la comunidad escolar –siguiendo a su vez un currículo educativo con suficiente carga social ya– sino el Gobierno directamente en el que trata de llevar a las aulas esos valores, con propósitos más interesados por la ideología partidista y la carga propagandística que por un civismo sano, constructivo e independiente.
«Si un partido quiere difundir su ideario y hacer propaganda, que lo haga con sus recursos y en ámbitos electorales, no desde puestos de responsabilidad en la Administración»
Las disparatadas campañas sobre hábitos y productos de alimentación del Ministerio de Consumo o sobre feminismo e identidad sexual del Ministerio de Igualdad responden a ese mismo esquema sectario. Y aunque en el fondo resultan de lo más burdos y ridículos tales intentos por manejar la conciencia de los ciudadanos, no hay por qué tolerarlos ni un minuto más.
Por el respeto escrupuloso que le debe la administración pública a las libertades públicas e individuales, en primer lugar. Si un partido político quiere difundir su ideario que lo haga con sus propios recursos y en ámbitos electorales, no desde puestos de responsabilidad gubernamental y burocrática.
Y en segundo lugar por no dilapidar ni un céntimo de dinero público en iniciativas que, más allá de su vocación adoctrinadora, intentan servir para justificar el puesto y la autoridad del gobernante de turno. Esa es, por otra parte, una de las consecuencias de este Gobierno mastodóntico e inepto que se vio forzado a articular Sánchez para sellar su alianza con Podemos y lanzar guiños a sus socios de investidura.
Con todos los desafíos que tiene nuestro país por delante, con los tiempos duros que se avecinan, que nuestro Gobierno dedique tiempo y dinero a hacer ingeniera social, con ramalazos de la policía del pensamiento orwelliana, es verdaderamente obsceno. Bien hará el presidente en reaccionar y poner fin a este disparate si quiere velar, al menos, por la dignidad democrática de su partido.