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Editorial

La inhumana y letal agenda del Gobierno

A la perversa ley del 'solo sí es sí' y la de eutanasia, se le añade ahora la trans y la del aborto, un ataque al ser humano que debe ser derogado

Para avanzar en su inhumana agenda de ingeniería social, presente en las leyes de educación, de eutanasia y de «libertad sexual», el Gobierno ha impulsado en el Senado otras dos normativas delirantes que atacan, directamente, a la propia esencia del ser humano.

Con la llamada ley trans se conculca frívolamente el género biológico, adaptándolo caprichosamente al deseo individual o, peor aún, a la confusión que los menores de edad pueden sentir por razones externas, inmadurez o moda.

En el caso de los adultos, cualquier hombre podrá convertirse en mujer, sin cambiar de nombre incluso, acudiendo al Registro Civil para inscribir su nueva condición: externamente podrá seguir siendo un varón, pero podrá beneficiarse de la llamada «discriminación positiva» para acceder a un puesto de trabajo; competir en pruebas deportivas con una evidente ventaja o, si comete delitos con la «transformación» ya inscrita, beneficiarse de las diferencias penales existentes entre los dos géneros.

La legalización del «sexo sentido», un despropósito nihilista fruto de la enfermiza ideología de género, es aún mas grave en el caso de los menores de edad, que a los 16 años podrán hormonarse o mutilarse su propio cuerpo sin participación alguna de jueces, médicos, psicólogos o incluso padres.

Es decir, en edades donde la inmadurez afecta a casi todos los aspectos de la personalidad propia y se necesita tiempo para asentar una personalidad definida, el Gobierno legisla a favor de culminar un viaje irreversible y dañino, a pesar de las múltiples advertencias científicas sobre la confusión que genera el trastorno de identidad de género.

Lejos de garantizar derechos, lo que esta ley regula, incentiva y garantiza es la colaboración del Estado en el maltrato infantil, en las autolesiones y en los dramas humanos. Vergonzoso.

Y lo mismo cabe decir de la ampliación de la ley del aborto, que pretende convertir en un derecho definitorio de la mujer lo que no es más que una derrota del género humano. Legislar a favor de que con 16 años se pueda interrumpir un embarazo sin tutela de nadie es una bellaquería, que invierte la responsabilidad genuina del Estado.

Su obligación es proteger la vida y ayudar a quienes la conciben; pero este Gobierno prefiere poner de moda el aborto y presentarlo, poco menos, como la única manera cierta de realizarse como una auténtica mujer, libre del «heteropatriarcado machista» que la somete.

Las dos leyes deben ser anuladas en cuanto haya un cambio de Gobierno, pues además de agredir al ser humano, persiguen a todo aquel que disienta de esa agenda letal: rezar cerca de las clínicas abortistas, que son un negocio infame, es ya delictivo; y negarse desde la medicina pública a participar en la ceremonia, es merecedor de la inscripción de los profesionales sanitarios en listas negras.

Que esta agenda proceda del mismo Ministerio de Igualdad que ha provocado una inmensa zozobra social con su ley del 'solo sí es sí', en auxilio de delincuentes sexuales, resume su catadura global. Y demuestra también la de Sánchez: lejos de destituir a la ministra y derogar sus detritos ideológicos, con estas nuevas leyes los ha multiplicado por tres.