Sí a la vida, siempre y sin excepciones
La manifestación del domingo en Madrid va a lanzar un mensaje innegociable que el próximo Gobierno debe escuchar y aplicar
Madrid se llenará el domingo de miles de personas, en nombre de tantas otras, que portarán un mensaje que nos concierne a todos: «Sí a la vida». Que una obviedad tan elemental necesite defensa es, en sí mismo, indiciario de la degradación general que estamos padeciendo, inducida en buena parte por un Gobierno enrocado en modelar a su antojo ideológico la propia concepción del ser humano.
El mérito de la plataforma convocante, en la que se agrupan más de medio millar de asociaciones, es incuestionable: replicar con argumentos, valores y civismo al abrumador mensaje que difunde el aparato mediático del Gobierno, y a la legislación delirante que éste impone, no es sencillo, y refleja una valentía plausible que merece recalcarse.
Porque lo que está en juego no es una simple reforma desafortunada ni una batería de medidas discutibles sobre asuntos coyunturales, sino la implantación de un corpus legal hegemónico que borra la propia esencia del ser humano, mercadea con el primero de sus derechos, que es la vida, y adapta su naturaleza al sonrojante relativismo de quienes, por un tiempo, tienen el BOE a su disposición para transformar sus desquiciadas creencias en normas vinculantes.
La inhumana ampliación de la ley del aborto, que abandona a menores a su suerte y convierte el embarazo en una especie de enfermedad incompatible con el desarrollo pleno de la mujer, es el clímax de un proyecto de ingeniería social global que pone en la diana todo aquello que debería ser prioritario defender.
La interrupción de la gestación, la eutanasia para los enfermos, el frívolo cambio de sexo en menores de edad o la aprobación del «sexo sentido» como una opción más contra las evidencias biológicas conforman una ofensiva sin precedentes con la firma de Pedro Sánchez, que una vez la impulsa por convicción propia y otras por la extorsión de sus socios.
Y al igual que otra de sus leyes, la del 'sólo sí es sí' ha tenido efectos devastadores inmediatos, el resto las tendrá al medio plazo si no se derogan con todas las urgencias que la situación requiere: una sociedad que sólo ofrece muerte, como opción prioritaria ante los problemas, trastornos o confusiones, es una sociedad sin futuro.
No hay nada más moderno y vigente que defender la vida, en cualquier contexto y circunstancia. Y no hay nada más retrógrado e inhumano que buscar excusas para saltarse esa regla básica, con excusas insostenibles recubiertas de falsos argumentos progresistas que, en realidad, reflejan una renuncia indecente a auxiliar a quienes más lo necesitan y a dejarles abandonados ante sus zozobras.
Llenar Madrid de gente anónima defendiendo la vida será una espléndida noticia. Que debe ser preámbulo de los inminentes cambios legislativos que el próximo Gobierno ha de hacer, sin excusas de ningún tipo, para estar a la altura del clamor social que grita «basta».