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Editorial

El Rey en su sitio

El único que todavía recuerda el protocolo al saludar a la Real Persona, inclinando la cabeza como inicial saludo, fue Santiago Abascal

La manera en la que el Rey Felipe VI ha decidido confiar en Alberto Núñez Feijóo la candidatura inicial para presentar ante el Congreso de los Diputados su opción a la Presidencia del Gobierno, es institucional y políticamente impecable. Y a este respecto, el comunicado de la Casa Real es un ejemplo de coherencia y una muestra acabada de respeto. Una vez más el Jefe del Estado muestra ante los ciudadanos españoles su dedicación integral a la «patria común e indivisible».

Sería deseable que los actores partidistas en juego siguieran el ejemplo de la realeza e hicieran frente a sus cometidos de la manera que la opinión pública desea y merece. De forma que Feijóo, por ejemplo, que bien ha sabido pasar de los 137 de la elección de la Mesa de la Cámara a los 172 de los seguidores para la investidura, sea ahora capaz, junto con Vox al menos, de presentar una oferta de profunda raíz constitucional en defensa de la democracia y de los derechos de la ciudadanía. Y que Sánchez, como de costumbre incapaz de ocultar sus malos humores, explore alternativas más allá de las que normalmente frecuenta y que acaban poniéndole en manos del conjunto comunisto-separatista que tiene como objetivo acabar con España y con las libertades de sus ciudadanos. No cabe extrañarse si los socios de Sánchez, a estas alturas de la película, creen justificado negarse a comparecer ante el Monarca y jefe del Estado para expresar sus planes con respecto a la investidura. No cabe excluir la posibilidad de que tal negativa haya también influido en la decisión del Rey, incapaz por ello de saber cuántos son los apoyos con los que Sánchez dice contar. Pero, además, ¿existe alguna otra democracia europea en la que ciertos partidos políticos rehúsen comparecer ante el jefe del Estado en un momento tan definitivo para el futuro político del país? ¿Hasta dónde hemos llegado? ¿Cuántos son los países miembros de la Unión Europea cuya gobernabilidad puede quedar en manos de partidos políticos cuyos dirigentes son en su mayoría delincuentes convictos y confesos?

Por lo demás, la misma escenografía del momento en que el Rey recibía a los líderes de los partidos era en sí misma una contundente exposición de los personajes: frente a la educada y amable disposición del Monarca, la Presidenta del Congreso, que todavía no sabe hacer la reverencia que las damas bien educadas realizan cuando son recibidas por la realeza, parecía entretenerse en contar chistecitos cerca de la oreja real; el único que todavía recuerda el protocolo al saludar a la Real Persona, inclinando la cabeza como inicial saludo, fue Santiago Abascal; los demás, incluyendo Feijóo, apenas se limitaron a estrechar la mano mientras que Sánchez, visiblemente incómodo, pareció ser el que tomara la iniciativa para comenzar la conversación y acabarla cuanto antes. En fin, todo un numerito plástico. Del que, como dicho queda, el Rey nunca dejó de estar en su sitio. En los saludos y en las conclusiones. Bienvenido sea.