Feijóo puede y debe ser presidente
El aspirante del PP tiene una oportunidad, por mucho que Sánchez se la niegue y haga lo imposible por denigrar su legitimidad
Solo el formidable poder del aparato mediático e institucional que ha montado Pedro Sánchez para maquillar la realidad o adaptarla a sus intereses puede esconder las evidencias: el PP ganó las elecciones, tiene más apoyos ahora mismo que el PSOE y los socialistas solo pueden mantenerse en el poder si conceden a sus socios prebendas incompatibles con la Constitución, el sentido común y el respeto a España.
Esta es la realidad, y que Sánchez no la asuma es de una irresponsabilidad manifiesta: no felicitó a su rival, repudió su disposición a presentarse a una investidura e, incluso, ha puesto al Rey en una situación delicada al convertir una decisión institucional rutinaria, la de designar al aspirante con más respaldo demostrable, en una especie de apuesta política personal.
Todo ello evidencia ya de entrada la ausencia de límites en la acción de Sánchez, que se comporta como si el Gobierno fuera de su propiedad y el resto de las instituciones no tuvieran otra misión que certificar sus objetivos, bajo amenaza de estigmatización.
Y también preludia el tipo de concesiones que va a estar dispuesto a firmar con tal de fabricar una mayoría artificial, sustentada en las exigencias de sus socios y no en la conformación de un proyecto común con el bien de España como elemento cohesionador.
Porque no hay que engañarse: todos los aliados potenciales de Sánchez barajan investirle por la única razón de que, con ello, ven más sencillo cubrir sus expectativas: la recreación de un estado omnímodo e intervencionista, en el caso de la izquierda radical de Sumar; y la fragmentación del mismo, en el de Junts, Bildu, ERC y el PNV, con la impunidad de los delitos cometidos en nombre de ese delirio como paso previo innegociable.
En ese contexto, acierta Feijóo al intentar su investidura, por difícil que sea hacerla prosperar: tendrá, como poco, la posibilidad de mostrarle a los españoles que hay una alternativa seria, coherente y cristalina a la deriva que, con Sánchez, está sufriendo el país.
Y servirá para retratar una vez más a un PSOE irreconocible, capaz de entenderse con los adversarios del Estado de Derecho pese que sus propios votantes coinciden, en asuntos sustantivos y estructurales, con los de la derecha moderada popular.
No parece posible que Feijóo pueda cerrar acuerdos con Junts o ERC por la imposibilidad de concederles lo mismo que el PSOE parece dispuesto a dar.
Sólo parece quedar la opción, por supuesto, de que algunos diputados socialistas voten en conciencia y, ante la perspectiva de que Sánchez esté dispuesto a impulsar una amnistía y un referéndum de independencia, se nieguen a auxiliarlo. Porque antes que socialistas han de ser españoles, y nadie con un mínimo de decencia puede hacerse cómplice de acuerdos dañinos para el país al que se deben, hoy amenazado por un líder sin límites y dispuesto a todo para sobrevivir.