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Editorial

La continuidad de la Corona con Leonor

El valor de la Princesa como garantía de continuidad de la Monarquía Parlamentaria es inmenso en un momento en el que todo parece desmoronarse

La jura de la Constitución por parte de la Princesa de Asturias es algo más que un solemne acto institucional que consagra su mayoría de edad y su condición de heredera, con ser ambos dos hitos relevantes.

Es también, y por encima de todo, la garantía de continuidad de la Corona y del régimen que sustenta, el de la Monarquía Parlamentaria consagrado en la Constitución y hoy amenazado más que nunca por los lamentables peajes que Pedro Sánchez parece dispuesto a asumir para conseguir su investidura.

La consagración formal de Doña Leonor como sucesora de su padre, Felipe VI, es un antídoto fundamental para esa deriva antisistema que se percibirá con estruendo en el propio Parlamento, con la ausencia o el desdén de todos los partidos políticos que, paradójicamente, sustentan al PSOE.

La disposición de Sánchez a vincular su Presidencia y su Gobierno a quienes no reconocen la legitimidad de la Corona y piden abiertamente su abolición es más que un contrasentido: el plantón del PNV, ERC, Bildu, Podemos o Junts debiera tener por respuesta un plantón oficial a todos ellos que les confinara en la irrelevancia, pero tiene por premio su ascensión a protagonistas decisivos de la gobernación en España.

Y todo gracias a un dirigente político incapaz de entender que no se puede defender la Constitución y, al mismo tiempo, depender de quienes trabajan por derribarla y encuentran en la Corona su mayor obstáculo simbólico y real.

El desprecio exhibido por todos ellos a Doña Leonor, cuya preparación y comportamiento son impecables, no puede tener por réplica su incorporación a las decisiones y políticas del Gobierno, y mucho menos la imposición de chantajes asumidos por un presidente hipotecado.

Esa anomalía se completa con la triste exclusión del Congreso del Rey Juan Carlos y de la Reina Sofía, cuya participación se limitará a la parte privada del evento. En un país que negocia con prófugos, indulta a separatistas y blanquea a terroristas es indecente que se maltrate a dos figuras decisivas para entender la España constitucional y democrática, con un castigo institucional que en realidad fomenta la deriva antisistema del Gobierno y debilita la resistencia institucional al desafío.

Doña Leonor, como sus predecesores en activo o retirados, encarna los mejores valores de España, es hilo conductor de una rica historia hoy tan a menudo mancillada y garantía de continuidad de un proyecto común, democrático y sin agravios que hoy, desgraciadamente, tiene poderosos enemigos con más ascendencia que nunca. La que les da, de manera irresponsable y egoísta, un presidente en funciones a años luz de la solvencia y el saber estar de una joven heredera cuya mera presencia ofrece una lección impagable.