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editorial

Una victoria histórica de Florentino Pérez

El presidente del Real Madrid revoluciona como nadie el fútbol mundial con un fallo de la Justicia europea que avergüenza a la UEFA y a la FIFA

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha avalado, con una sentencia histórica, el derecho de los clubes de fútbol a crear una competición nueva, la llamada Superliga, sin el veto, la tutela o la participación de la UEFA o la FIFA, las dos estructuras que llevan décadas gestionando el deporte más masivo en régimen de monopolio.

Es una victoria del sentido común, de la libertad comercial, del espectáculo deportivo y de la afición, sin la menor duda, pero sobre todo lo es de Florentino Pérez, el visionario inductor de un desafío ganador a las estructuras de poder burocrático tradicionales.

El presidente del Real Madrid es el pionero que se preguntó si tenía sentido depositar en organismos ajenos el desarrollo deportivo y empresarial de un producto, el fútbol, que retrata como pocas cosas más al ser humano, a menudo construido sobre la identidad con unos colores que le acompañan de por vida. Pero que ha de ser viable y atractivo para sobrevivir, adaptarse a nuevos hábitos de consumo y progresar como espectáculo de masas.

Que ante esas certezas la reacción de UEFA y FIFA fuera el veto y la amenaza de represalias, patrimonializando caprichosamente un producto que gestiona pero no es de su propiedad, avaló un pulso judicial que ha ganado quien debía ganarlo y ha perdido quien merecía perderlo.

El fútbol no va a dejar de ser nunca un producto nacional que, más allá de diferencias deportivas, catalice la identidad de un país y genere un ambiente inigualable con independencia de los resultados y las clasificaciones. Pero puede ser mucho más si, a esa seña fundacional, le añade el salto que otros deportes como el baloncesto dieron en su día con la creación de la NBA.

Al nepotismo y la corrupción que ha menudo han estigmatizado a las estructuras de gestión del fútbol comercial se le añade así una falta de pulso galopante, imperdonable siempre, pero especialmente cuando se trata de recursos ajenos.

Si la UEFA o la FIFA no entienden que a los aficionados les gustará ver un choque entre el Real Madrid y el Manchester City, o entre el Bayern de Munich y el Barcelona, con una frecuencia mayor, es su problema. Pérez les pidió que se apartaran y dejaran de molestar, y la Justicia le ha avalado.