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editorial

El constitucionalismo no puede suicidarse

Las fuerzas que defienden la Constitución han de ser capaces de plantar cara conjuntamente. Y, llegado el momento, deberían hacerlo frente a la vana y reiterada descalificación del sanchismo de partidos que son constitucionales. No como varios de los que sostienen a su Gobierno

España vive un momento de convulsión política que debe ser superado por la acción en positivo de las fuerzas constitucionalistas que tienen en su mano ofrecer a la ciudadanía una alternativa al disparate que está perpetrando el Gobierno de la nación. Es incuestionable que la primera y principal responsabilidad de lo que sucede surge de quienes sostienen a la actual coalición gobernante. Y ahí se encuentra, por razones bastardas, una pléyade de formaciones políticas que van desde la extrema izquierda del Partido Comunista de España, hasta la extrema derecha racista de Junts. ¿Puede haber en esa amplia panoplia un objetivo común? Sin duda sí y lo vemos cada día: acabar con el modelo de convivencia surgido de la Constitución de 1978.

Llegados a este punto, España va a tener tres procesos electorales en las siete semanas que van entre el 21 de abril y el 9 de junio. Y aunque las características de sus citas sean muy diferentes, estamos en un momento en que resulta evidente que los partidos están obligados a poner el interés general por encima del de sus propias filas.

Es muy razonable que las elecciones europeas del 9 de junio, por las características de una circunscripción electoral única y por las consecuencias de los resultados, puedan permitir que los concurrentes del centro derecha opten por presentarse por separado. La propia naturaleza técnica de ese escrutinio permite aprender mucho de la fuerza real de cada partido en España. Pero la realidad es que el resultado final en España no nos va a cambiar mucho de forma a la hora de sumar en una candidatura los votos de PP y Vox -por ejemplo- o si van por separado. El resultado final podría variar, como mucho, en un escaño y difuminaría cuál es el apoyo real de cada uno.

Caso muy distinto es el de Cataluña, donde el PSC-PSOE ha abandonado voluntariamente el constitucionalismo que ahora queda reducido allí a los 10 escaños de Vox, los 6 de Ciudadanos y los 3 del Partido Popular en la Cámara que está en proceso de disolución. Es bien sabido que el voto del sector constitucionalista es muy oscilante en esa comunidad y que, en las últimas elecciones generales en Cataluña, Ciudadanos se quedó sin representación y el PP superó en numero de votos a los partidos independentistas, tanto a Junts como a ERC, así como a Vox en el ámbito constitucionalista. Pero, lo importante ahora es ser capaces de consensuar un programa electoral que sea válido para todos los constitucionalistas de la región. Con la gravedad de la situación que vive España en esta hora no es posible creer que no se puede encontrar un punto de consenso entre esas tres fuerzas. Aún haciendo esa coalición es poco probable que se pueda ganar las elecciones. Pero sí es muy verosímil que el constitucionalismo logre un resultado superior al que consiguió la última vez que ganó las elecciones allí, cuando Ciudadanos alcanzó en 2017 36 escaños. Y con ello podría desbaratar los planes del independentismo.

Distinto, pero no tanto, es el caso del País Vasco, donde la cita con las urnas es el 21 de abril. Los tres partidos constitucionalistas suman siete escaños en una cámara de 75 diputados. Ni el 10 por ciento del total. Pero la presencia de la derecha constitucional allí sí ha estado marcada siempre por una división de la que casi la única excepción histórica es la que recordaba ayer Jaime Mayor Oreja en estas páginas (Vista a la izquierda): la alianza del UCD y Alianza Popular en el País Vasco cuando los militantes de uno y otro partido caían asesinados por los antecesores de los hoy dirigentes de EH Bildu. La expectativa de una coalición de los tres partidos en Vasconia no es mejor que la de su aproximación en Cataluña, pero al menos puede demostrar que frente a la traición del socialismo a la Constitución, las fuerzas que la defienden, en este momento trágico, son capaces de plantar cara conjuntamente. Y, llegado el momento en otro escenario, también podrían hacerlo frente a la vana y reiterada descalificación del sanchismo de partidos que son constitucionales. No como varios de los que sostienen a su Gobierno.