La realidad de España es que la mayoría social está en la derecha
El sondeo de El Debate confirma el hundimiento de una izquierda que solo sobrevive por entregarse al separatismo
El Debate publica hoy otro de sus periódicos sondeos que, a diferencia de los del CIS, no pretenden inducir una realidad social determinada, sino descubrir cuál es la existente. Y su conclusión es obvia: la derecha española, uniendo sus distintas versiones desde posiciones más liberales hasta la más conservadoras, tiene un respaldo popular infinitamente superior al de la izquierda.
El PP ganaría hoy unas Elecciones Generales con rotundidad, VOX subiría en apoyo en las urnas y, entre ambos, superarían con holgura la mayoría absoluta: un acuerdo que, por muchas que sean las tensiones competitivas entre ambas formaciones, quieren sin duda sus respectivos seguidores, mucho más cercanos de lo que a menudo demuestran sus dirigentes.
La suma de los dos partidos roza los 190 diputados y supera, muy de largo, la que hoy traban las siglas de izquierda, todas en caída: el PSOE retrocede de nuevo y Sumar y Podemos lograrían menos representación de la que obtuvieron juntos en julio de 2023.
Estos pronósticos no son una sorpresa y reflejan, de nuevo, una evidencia: frente a la apropiación de Sánchez del concepto de «mayoría social», que suma falazmente al PSOE con el populismo y el separatismo en una amalgama dañina e ingobernable, ésta reside de manera nítida en el centro y la derecha. Y sería aún mayor si partidos como Junts o el PNV recuperaran un cierto sentido común y antepusieran sus principios generales a sus delirios nacionalistas.
Sánchez, en fin, ha forzado una mayoría artificial por el método de comerciar prebendas y dádivas, con un resultado estrepitoso: no existe un proyecto de país y todo se limita a un obsceno cambalache en el que una parte se compra su supervivencia y la otra aprovecha su debilidad para cobrarse chantajes que en otras circunstancias jamás prosperarían.
El estudio de Target Point para este periódico no es una fotografía fija, sin duda, pero sí es una radiografía social de gran valor para entender qué quiere la ciudadanía y sospechar el grado de frustración que siente al ver que ese impulso no se traduce luego en una gobernación bien distinta a la que ahora rige en España, caracterizada por el deterioro en todos los órdenes: el constitucional, el económico, el social e incluso el de la convivencia, clave desde la Transición para integrar en un espacio compartido sensibilidades y objetivos distintos.
De la izquierda radical que hoy encarna el PSOE poco puede esperarse en el futuro: repetirá siempre la malhadada fórmula del contubernio aritmético con cualquier partido sin otra meta que destruir el modelo de país edificado desde 1978.
Pero del PP y de VOX sí cabe pedir que encuentren la manera de salvar alianzas futuras de las contingencias y tensiones propias de una competición electoral: el mandato de los ciudadanos es que se entiendan. Y sus dirigentes deben entenderlo, acatarlo y practicarlo con una altura de miras que no siempre demuestran y auxilia, involuntariamente, a la desesperada coalición encabezada por el denigrado Sánchez.