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El Concilio Cadavérico

En El Debate –entonces de papel– comenzó la carrera de José María Pemán como escritor de periódicos, que culminó como uno de los mejores articulistas de la historia de España

José María Pemán recibió al Espíritu Santo en forma de lengua de fuego en la pila bautismal de la capilla del Rosario en Cádiz, como antes en el mismo lugar Castelar, Moret y Falla. También Mendizábal, pero el párroco le aplicó la memoria histórica y no incluyó su nombre en la lápida de cristianados célebres por eso de la desamortización. Luego fue el espíritu del divino Argüelles, que aún se paseaba por el oratorio de San Felipe Neri declamando artículos de la Pepa, el que recibió Pemán cuando iba al colegio anexo al oratorio. Por eso Pemán fue católico, orador fogoso, liberal y monárquico constitucional. Aunque él lo que quería era ser poeta. Para «hacer» la capital, le envió un libro de poemas a don Ángel Herrera, que, con instinto cardenalicio que ya tenía, le pidió un texto en prosa. Se publicó en El Debate –entonces de papel– y comenzó la carrera de Pemán como escritor de periódicos, que culminó como uno de los mejores articulistas de la historia de España.

Con esto de la memoria histórica de Zapatero, el Ayuntamiento de Jerez retiró el busto de Pemán de un teatro. El alcalde de Cádiz –le gusta ser conocido como Kichi– declaró entonces que el escritor siempre sería una gloria de las letras gaditanas. No debieron de escucharle en el Ayuntamiento y acordaron liberar a la ciudad de los molestos recuerdos fascistas de don José María. Empezaron por una lápida que recordaba el nacimiento del «famoso escritor gaditano» y contenía unos hermosos versos suyos dedicados a la ciudad de Cádiz.

La condenación del recuerdo de alguien es una medida tan antigua como la Historia. Se conoce con el término de damnatio memoriae. Es un castigo que pretende borrar la memoria pública del condenado, patrimonio moral que le sobrevive después de su muerte. En los tiempos que vivimos de Estado de derecho, todo castigo conlleva un proceso reglado y la posibilidad de defensa del acusado. En la Memoria Histórica no. Así son las cosas. Pemán no se ha podido defender frente a sus acusadores, que han pasado a ejecutar directamente la condena. Hay muchos precedentes antiguos de esta conducta tan poco democrática.

Lu Tolstova

En el año 896, el Papa Bonifacio VI, partidario de la familia Spoletto, decidió aplicar la damnatio memoriae a su antecesor el Papa Formoso, que se había decantado por Arnulfo de Carintia, rival de los Spoletto. Bonifacio VI falleció enseguida y fue su sucesor Esteban VI quien puso en marcha el procedimiento. Para juzgar legalmente a Formoso y permitirle defenderse se organizó el conocido «Concilio Cadavérico». Se exhumó el cadáver, que ya hedía, se le revistió de las ropas papales y se le sentó en la silla papal. Un clérigo contestó por él a las acusaciones y se declaró culpable. Al estar muerto, la condena consistió en cortarle los tres dedos con los que impartía la bendición papal. Fue rehabilitado por un Papa posterior, pero la rehabilitación duró poco. En un nuevo concilio se anuló la rehabilitación, se volvió a juzgar y condenar al cadáver y se le arrojó al Tíber. Un pescador lo encontró, lo devolvió y se le enterró definitivamente en el Vaticano. El pintor Jean Paul Laurens inmortalizó el Concilio Cadavérico en un hermoso cuadro que se exhibe en el museo municipal de Nantes.

Como Pemán está enterrado en la Catedral de Cádiz junto a su amigo Falla, es posible que alguien, preocupado por cumplir la formalidad democrática de la defensa del acusado, haya querido aplicar el precedente del Papa Formoso. No me consta. En todo caso, siglos después, la Santa Inquisición, que comparte mucho con lo de la memoria democrática de Zapatero, ha dado con una solución que resuelve los problemas higiénicos y de fetidez de la «fórmula Formoso». Se trata del Procedimiento Especial de Difuntos. Cuando el reo está fallecido no se exhuman sus restos y en su lugar se quema un monigote que le representa. Eso sí. Se le sigue condenando sin oírle.

No descarto, viendo como evolucionan las cosas, que algo así sea el próximo capítulo en el proceso de despemanización de Cádiz.

Daniel García-Pita Pemán es miembro correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación