Esperanza
Solo con la desaparición de toda esa gente y organizaciones político sociales del escenario y del patio de butacas, recuperaremos el camino del progreso, el prestigio nacional y la firme voluntad de legar a nuestros hijos y nietos un país próspero y en paz donde sea posible la convivencia
Supongo que la funesta manía de leer allá donde me encuentre, a veces me regala alguna perla inesperada y estimulante como una invitación no solo a reflexionar sino a escribirlo. En este caso el libro es de la mundialmente conocida naturalista Jane Goodall, que no solo es una experta en el mundo animal salvaje, sino que ha desarrollado y ejercitado durante toda su vida programas, estrategias y proyectos para la protección de los chimpancés y otras muchas especies en peligro de extinción en todo el mundo.
Ese carisma universal y una férrea voluntad le otorga un reconocimiento y autoridad sin límites en los programas generales de protección del medio ambiente, fauna y vegetación, emisiones tóxicas y calentamiento global.
El libro en cuestión lleva por título El libro de la esperanza con un completo y extraordinario conjunto de reflexiones encaminadas a ofrecer, pese a todos los desastres ecológicos y medio ambientales que provoca nuestra civilización, una dosis de optimismo notable pues no todo está perdido, estamos a tiempo de enderezar el rumbo y afirmar que con un conjunto de medidas globales por acuerdos colegiados entre países y ciudadanía, la recuperación ambiental, vegetal y animal puede ser notoria en un plazo de tiempo razonable.
Pero esa esperanza de Jane Goodall me ha sido contagiosa y me empuja a escribir en relación a mis esperanzas particulares para este joven año 2022 por lo que demando de los lectores la venia y la correspondiente benevolencia.
Me llena de esperanza el deseo de que el mundo supere el virus y sus variantes que han provocado la pandemia que sufrimos confinando y encarcelando a la población en sus casas y refugios mientras que los héroes sanitarios y de suministros básicos se han dejado la piel y la salud para ofrecer las ayudas clínicas y de abastecimiento necesarias. Esperemos pues superar en breve esa durísima prueba devolviendo a la ciudadanía la normalidad en la convivencia libre de mascarillas y protecciones impuestas. Ello además conlleva la esperanza de recuperar las libertades personales y familiares en el sufrimiento del aislamiento y comunicación pues la verdadera condición del individuo, de todos, es esa libertad con mayúsculas del género humano que debe ser libre dentro de las normas de convivencia básicas además de disfrutar de todos los derechos de convivencia en un núcleo familiar estable y seguro.
También manifiesto mi esperanza de que esa libertad nos conduzca a obedecer nuestra voluntad en educación en los valores básicos humanos con respeto a opiniones sociales y creencias sin las que el hombre por si solo se encadena y se encarcela perdiendo nuestra mayor riqueza como es la libre voluntad.
Y ante ello sobre todo el máximo deseo y esperanza para erradicar y expulsar de nuestro marco de convivencia social a todos aquellos populismos que por la vía de doctrinas y adoctrinamientos, comunistas ya fracasados en la historia, o feminismos interesados y perversos para el propio género femenino. Finalmente acabar con los nacionalismos excluyentes y violentos cuyos inductores e instigadores no demuestran más que un supremacismo que pretende esconder su propio complejo de inferioridad así como en otros casos la cobardía e incompetencia personal, o la pobreza y fealdad de sus almas atormentadas.
Quiero también hacer un llamamiento a la esperanza de que los españoles seamos capaces de apartar de nuestras instituciones, Gobierno central , autonómicos y municipales, enviándolas al olvido, a todas aquellas personas y siglas políticas que no solo pretenden, sino que proclaman pública y notoriamente su firme voluntad de destruir España haciendo de ella pedacitos para conseguir que todos seamos aldeanos pobres, callados y manejables acabando así con nuestras voluntades, orgullo de nación y grandeza histórica sin la cual el mundo no sería como es.
No dudemos un instante que solo con la desaparición de toda esa gente y organizaciones político sociales del escenario y del patio de butacas, recuperaremos el camino del progreso, el prestigio nacional y la firme voluntad de legar a nuestros hijos y nietos un país próspero y en paz donde sea posible la convivencia.
Y consecuentemente mi esperanza en recuperar los valores básicos como aquella serie de principios universales que son la guía para descubrir los secretos de una armónica convivencia en comunidad. Aquellos que no se rigen por la temporalidad, la religión, las etnias o la política, sino aquellos intemporales como la ética, el respeto, la tolerancia, la paz, la solidaridad, el amor y la libertad que deben ser aceptados siempre en el amparo de la conciencia humana.
Gracias pues Jane Goodall por haberme permitido creer y poder defender ese concepto general, limpio y transparente como es la esperanza.
- Mariano Gomá es presidente de Foro España y España Cívica