Fundado en 1910
EN PRIMERA LÍNEAJuan Van-Halen

La batalla ideológica

El Gobierno de Feijóo se encontrará una deuda descomunal muy superior a la de los países de la UE, una inflación terrible, un paro que, pese a maquillajes y lecturas sesgadas, resulta muy preocupante. Y un descontento social considerable. Pese a ello no debe perder un minuto en afrontar la batalla ideológica

Adriana Lastra, que es bastante cortita, recibió la elección de Feijóo con unas declaraciones descalificadoras, aderezadas por los palmeros, que a muchos nos produjeron sonrojo y satisfacción en ella. Lastra debe de estar encantada con los planes educativos del Gobierno porque cuanto menos se estudie ella se percatará menos de lo poco que sabe. Es la que dijo «España resurgirá de sus cenizas como el gato Félix», una confusión venial. A las pocas horas de la diatriba de la número dos del sanchismo, su jefe, enterado de que el Rey recibiría a Feijóo, le citó. «Después de que me reciba el Rey», le respondió Feijóo. Le recibiría al día siguiente. Quien a sí mismo se considera vicerrey no podía rezagarse. Era una especie de halago-trampa.

Sánchez tardaba meses en recibir a Casado pero tenía urgencia en encontrarse con Feijóo. Debe de pensar que también le engañará como a Casado con el Tribunal de Cuentas o el Tribunal Constitucional. Pobre. Ahí es nada un orensano con sucesivas mayorías absolutas en su Galicia, cada una de ellas con más votos, y una impecable trayectoria de gestión también en el ámbito nacional, frente a Sánchez, que sólo puede gobernar, y mal, pactando con comunistas y con quienes no creen en España y aspiran a acabar con ella y con su Constitución e instituciones fundamentales.

Escribo sin saber el resultado del encuentro Feijóo-Sánchez en Moncloa, pero el nuevo presidente del PP llegará sabiendo que a él ya le ha mentido, como a todos. Lo de mentir para Sánchez es como respirar; si no miente la vida se le va. A Feijóo y a los demás presidentes autonómicos les mintió en la reunión de La Palma (una isla a la que ya había engañado porque los palmeros no recibieron las prometidas ayudas), cuando aseguró que bajaría impuestos y no lo ha hecho. Mal prólogo para que Feijóo le crea.

El del PP en Sevilla era un Congreso Extraordinario, no un Congreso ideológico. No se debatían ponencias, no había que definirse, más allá de lo razonable en la ocasión, en el ámbito de las respuestas sectoriales y concretas al desgobierno de Sánchez. La única que en la última Junta Directiva Nacional preguntó si iba a incluirse en el Congreso una ponencia ideológica fue Cayetana Álvarez de Toledo. No se incluyó.

Paula Andrade

Me gusta considerar al de Sevilla un nuevo Congreso de refundación, o casi. Aquel Congreso que viví tan intensamente. Sevilla suponía una oportunidad de poner a punto la maquinaría electoral, tensar la ilusión, y abrirse ya a una estrategia nueva, eficaz, comprometida con la realidad y, como se ha venido diciendo, adulta. Creo que la ilusión ha resultado evidente. El equipo salido del Congreso es coherente, contrastado, con experiencia y trayectorias individuales meritorias. En todo ello hay que confiar.

A Feijóo le miran con lupa y tratan de manipularle, pero creo que el intento será inútil. Los voceros socialista y comunista, Lastra y un tipo melenudo con aspecto poco aseado de Podemos cuyo nombre y atributos intelectuales desconozco le acusaron de que gracias al PP hay un Gobierno con la ultraderecha en Castilla y León, el único en nuestro país, pero olvidaron que gracias a Sánchez en España, y no en una comunidad autónoma, contamos con un Gobierno que incluye a comunistas, y es el único de la UE con este florón. Y así nos tratan Biden y los líderes europeos cuando se debaten cuestiones serias que no deben ser conocidas por países no fiables, que son los amigos y antiguos benefactores de Podemos.

De los presidentes de Gobierno del PP, Aznar abordó la ideología y la economía con notables resultados. Rajoy se ocupó, sobre todo, de la economía en un momento delicadísimo, y en ese terreno acertó; a mi juicio le faltó enfrentarse al reto ideológico; aparcó asuntos que luego trajeron consecuencias como, por ejemplo, no derogar la Ley de Memoria Histórica que es, de hecho –y ya de derecho– la Ley de Memoria Mentida que resucita la división entre los españoles por la torticera lectura de tremendos hechos ocurridos hace muchos decenios que habían sido superados desde el espíritu y los pactos de la Transición.

El PP, el nuevo PP, no debe eludir la batalla ideológica y ha de estar preparado para ella. Es fundamental no descuidarla, sino afrontarla. Las manipulaciones de los social-comunistas pueden y deben ser desenmascaradas y contestadas por el PP desde los valores de siempre, revitalizando el compromiso con el conjunto de los españoles. La izquierda, machaconamente, se atribuye incluso un patrimonio moral que no tuvo ni tiene. Desmentirlo con la fuerza de la verdad pertenece a la batalla ideológica. En ocasiones el PP en el Gobierno, acuciado por la situación económica y social dejada por los socialistas, ha orillado la confrontación ideológica; ya no es tiempo de eso. El Gobierno de Feijóo se encontrará una deuda descomunal muy superior a la de los países de la UE, una inflación terrible, un paro que, pese a maquillajes y lecturas sesgadas, resulta muy preocupante. Y un descontento social considerable. Pese a ello no debe perder un minuto en afrontar la batalla ideológica.

Mientras la deuda crece desde un Gobierno con más ministros que nunca y un número de asesores descomunal, con los 20.319 millones que le regalan en nombre de nuestros bolsillos, la ministra Montero, doña Irene, se dedicará a realizar talleres como «Píntate el Toto», impartido por una señora o señorita del grupo Olé tu Toto; o invertirá 1.100.000 euros en financiar la acción «Mujeres, Café y Clima: empoderamiento femenino para la resiliencia socio-ecológica de la cadena de valor del café al cambio climático en Etiopía». Todo muy académico. Con inútiles iniciativas como las mencionadas la deuda de todos crece y crece. Mientras, los podemitas del Gobierno se muestran adversarios de Sánchez desde dentro, pero no dimiten. ¡Manda huevos!, que dijo Trillo en su tan serio pedestal del Congreso en una tarde memorable.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando