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EN PRIMERA LÍNEAJuan Van-Halen

El mutante

Del viejo ministerio de Educación y Cultura salieron cuatro. Ello aumentó considerablemente el número de asesores, muchos de ellos sin experiencia pública alguna y sin formación adecuada

He descubierto sin necesidad de profundas investigaciones que Pedro Sánchez, Antonio por nombre internacional, no sólo es gafe como muchos nos temimos (nunca ha habido en el país tal sucesión de desastres de todo tipo como desde que comenzó su hégira) sino que, además, es parásito, virus, cualquiera de los protagonistas del trabajo de parasitólogos y virólogos. Virus y parásitos se adaptan para sobrevivir al organismo que los hospeda. Son listos y responden al afán de vivir. Mutar o morir.

Nuestro presidente es un mutante. Su conocida capacidad de resistencia le lleva a mutar. Se evidenció muy pronto, y no sería la primera vez, cuando poco después de asegurar que no lo haría «porque no podrían dormir ni él ni los españoles» pactó un Gobierno con Podemos, hizo vicepresidente a Pablo Iglesias (no el fundador del PSOE sino el jeta) y aumentó los ministerios hasta dar esa categoría a algunas subdirecciones o direcciones generales. Y así en todo. Del viejo ministerio de Educación y Cultura salieron cuatro. Ello aumentó considerablemente el número de asesores, muchos de ellos sin experiencia pública alguna y sin formación adecuada.

No por ello nuestro presidente se planteó ni se plantea reducir el gasto público ni suprimir organismos ni ministerios. Que se aprieten el cinturón los ciudadanos a los que sus políticas económicas llevan camino de la ruina. Se espera el cierre de decenas de miles de empresas en otoño. España es la gran rezagada europea en la recuperación y la que tiene peores cifras económicas. Pero el presidente a lo suyo; sigue mutando.

Pedro Sánchez

Ni la guerra de Ucrania tiene tanto que ver con la inflación como se nos dice pues empezó antes, ni la ministra Calviño nos dijo la verdad cuando lo veía todo rosa; ahora nos augura un otoño de penuria. Sánchez ha inoculado a su Gobierno la habilidad de mentir con descaro y sin freno. Ni las ayudas que promete se reciben, ni tiene éxito el cacareado plan ibérico para bajar el precio de la luz, ni la cumbre de la OTAN ha resuelto el problema de Ceuta y Melilla. La respuesta a un ataque a esas ciudades españoles tendría que acordarlo el conjunto de la OTAN y sólo un despistado creerá que Washington daría vía libre para actuar contra Rabat, su socio principal en la zona. Y Sánchez, ahora atlantista, sigue mutando. Se planteó un día suprimir el ministerio de Defensa, acaso asumió la cantinela «Bases fuera» de sus socios, y ahora sube el presupuesto de Defensa, que era ínfimo, y habrá más destructores norteamericanos en Rota.

España triunfa siempre como organizadora de acontecimientos internacionales. En el recuerdo los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla, y Madrid Capital Europea de la Cultura. La cumbre de la OTAN ha sido un éxito y hay que felicitar al Gobierno pero ha supuesto otra mutación de Sánchez que en la UE se las da de socialdemócrata y en España de radical de la izquierda. Ya se celebró una cumbre de la OTAN en Madrid en julio de 1997, con Aznar como anfitrión y siendo Clinton presidente norteamericano; entonces la OTAN señaló que era «la cumbre más importante desde su fundación en 1949», y en ella ingresaron Polonia, Hungría y la República Checa. La apertura al Este. Rajoy pidió una cumbre en Madrid para el XL aniversario del ingreso de España, o sea en 2022, pero ese detalle no nos lo recordó Sánchez. Todo se ha hecho a su mayor gloria sin evitar pifias flagrantes contra el más elemental protocolo, como las catetas fotografías de la esposa de Sánchez con Biden que no se sabe si producen risas o lágrimas. El Rey y la Reina estuvieron en su sitio, y cuando Begoña intentó ocupar el lugar protocolario de la Reina, ésta delicadamente lo enmendó. Sánchez vivió días gloriosos de su hégira, que en árabe significa huida. Una huida hacia una nueva mutación interesada.

Sánchez cree que no le conocen en la UE, pero, y lo repito bastante, los embajadores en Madrid trabajan. Saben todo sobre él, su Gobierno, el peso de los comunistas en él y sus enfrentamientos internos. Y de esa información sobre las mutaciones de Sánchez emana que el Gobierno de España sea o no fiable. Ahora parece que Sánchez quiere adaptarse de nuevo, mutarse para sobrevivir. Así busca engatusar a Biden, no fácilmente bizcochable, y abrirse camino para suceder al belga Charles Michel en la presidencia del Consejo Europeo; de ahí que se acaramele con Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Que nuestro presidente acuda al oftalmólogo. Le falla la vista cuando mira al futuro porque tanta mutación le despista.

Y, mientras, Sánchez va a convertir a los etarras en campeones de la consolidación democrática cuando la mayoría de sus crímenes se produjeron ya en democracia, y va a investigar a los demócratas hasta diciembre de 1983. El mundo al revés. El mutante. ¿Necesitará Sánchez un psicólogo más que un oftalmólogo? Los especialistas sabrán pero algo pasa en esa azotea. Me resisto a creer que se trate sólo de una traición.

P.S.- A cuento del artículo anterior, «La memoria prohibida», un lector me achaca no recordar los crímenes del otro lado, los del bando nacional. Y tiene razón. Las guerras están llenas de excesos. Sin embargo, después de haber leído no poco de lo escrito sobre la guerra por exiliados de fuste, obras publicadas sobre todo en Hispanoamérica, Francia, y Gran Bretaña, no conozco ninguna represalia con ensañamiento similar o parecido a las que relaté en mi artículo ni, desde luego, de algún modo instigadas y achacables a un presidente del Gobierno como lo era entonces Largo Caballero. Por otra parte, como escribí, me refería precisamente a las represalias del Frente Popular y el artículo nacía de una intervención de Yolanda Díaz en la campaña electoral andaluza. Por eso referí algunas de las otras represalias.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando