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EN PRIMERA LÍNEAJuan Van-Halen

Oposición de la oposición

Fueron claves también las neuronas de Bolaños en la redacción de los decretos del estado de alarma, en la gestión política contra la pandemia, y en la exhumación, traslado y reinhumación de los restos de Franco

Actualizada 09:50

Hubo un tiempo en el que las neuronas de Sánchez se residenciaban en Iván Redondo, o eso se decía, que no era ministro aunque quiso serlo; ejercía de Pepito Grillo, la conciencia oficial de Pinocho. Aquel muñeco de madera viviente mentía lo suyo aunque no tanto como el presidente. A Sánchez no le crece la nariz pero se conforma con que crezca su ego. Un día, Redondo desapareció bajo el filo de la guillotina del exterminador. Alguien le relacionó con el palo electoral al sanchismo el 4-M en Madrid. Entonces las neuronas monclovitas hicieron su nuevo nido en el ministro Félix Bolaños, nombrado en julio de 2021, titular de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Casi nada.

Un medio nada sospechoso de carca tituló poco antes de su llegada al ministerio: «Bolaños: el cerebro en la sombra de Moncloa». Confieso que me cae bien, desde luego mucho mejor que Redondo, al que considero un mercenario. Colaboró con Basagoiti en el PP vasco, con García Albiol, en su campaña a la alcaldía de Badalona, y con Monago en su carrera por la presidencia de Extremadura, para pasar luego a ser conciencia de Sánchez; ser un hábil profesional de lo suyo no le convierte en un personaje fiable. Opinaría igual si fuese políticamente al revés. En un Gobierno con tanto mediocre sin formación y sin experiencia de gestión, Bolaños es una rara avis. Además, es pata negra del socialismo madrileño, militante de la Agrupación de Latina.

La sólida experiencia jurídica de Bolaños le ha llevado a asumir encargos presidenciales de calado. En el diseño del organigrama del Gobierno de confrontación, más que de coalición, que padecemos; en los Presupuestos Generales del Estado; en los contactos con Cs cuando Sánchez buscó un acercamiento –qué olfato el del presidente–; en la planificación, también con Cs, de la moción de censura en Murcia que fracasó; en la tarea de afinar jurídicamente los indultos de los golpistas catalanes; en las negociaciones sobre Justicia con el PP de Casado sentándose con García Egea, al que dobló el brazo. El PP perdió peso en el Tribunal de Cuentas al prescindir de Mariscal de Gante. El resultado: se devuelven al independentismo unos milloncejos que tenía que desembolsar. Menudo apaño. Y como guinda el papelón bolañino de dar a los de Aragonès lo que le pidieron, y salir de la reunión tan contento.

Félix Bolaños

Lu Tolstova

Fueron claves también las neuronas de Bolaños en la redacción de los decretos del estado de alarma, en la gestión política contra la pandemia, y en la exhumación, traslado y reinhumación de los restos de Franco. Los decretos del estado de alarma fueron declarados inconstitucionales, la gestión de la pandemia, suya en parte, fue un desastre, y leo que en el traslado de los restos de Franco consintió que el féretro se cubriese con la bandera preconstitucional «siempre que fuese en el exterior de la basílica». No lo creo. La bandera con el águila de San Juan se utilizó oficialmente hasta la Ley de Símbolos de 1981, y sobre el orden en el interior del templo no veo al ministro ejerciendo de abad benedictino. También se ocupó Bolaños de la reconstrucción de la isla de La Palma pero las ayudas no llegaron ni llegan en el tiempo y las cuantías prometidas. Otro fiasco. Se le tiene por factótum en la confección de la lista socialista para las elecciones madrileñas del 4-M que en las urnas consiguió la medalla de bronce y, sin embargo, salió indemne. La purga la padeció Redondo.

Lo que más me decepciona de Bolaños es que se ha convertido a tiempo completo en oposición de la oposición. Parece lógico que la oposición cargue inmisericorde contra el Gobierno, incluso desde la exageración, pero es chocante que el Gobierno solo encuentre su pulso haciendo feroz y manipulada oposición a la oposición. En esto el amigo Bolaños no pierde ocasión de significarse con afirmaciones chocantes. Decir que los incendios son más robustos en unas comunidades que en otras según el color de sus gobiernos es de traca. Asegurar que no estar a favor de la Ley de Memoria Democrática es una prueba de odio «algo atávico en esa derecha nuestra» o que la nueva norma «recuerda a todas las víctimas de la violencia y la persecución» además de falso es un insulto a la inteligencia porque los ciudadanos leen. Solo se considera a unas víctimas y, sin remontarse a hace más de ochenta años, ni siquiera se menciona a las víctimas de ETA.

Félix Bolaños leyó mucho derecho y poca historia. El año que nació murió Franco y acaso sustituyó las vivencias que no tenía por adoctrinamiento. Eso les ocurrirá con la Historia a los niños de hoy, víctimas de la ley Celáa. La ignorancia protege la mentira.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando
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