Restricciones. Otoño frío o caliente
Deberíamos estar preparándonos para pasar frío, alumbrarnos poco y mal y racionar sustancialmente la cesta de la compra, caprichos y consumo de combustible doméstico
La guerra de Ucrania, la crisis energética y el calentamiento global han disparado las alarmas en los países dependientes de importaciones y refinerías tanto petrolíferas como gasificadoras y, lamentablemente, los más afectados somos los países del entorno e influencia europea, se supone superdesarrollados y sobre todo ufanos por serlo.
Cabe pensar que a tres cuartas partes del mundo eso les afecta relativamente, pues Australia, Nueva Zelanda, Indonesia y Filipinas juegan en otra liga, en Japón se apretarán más en el metro y habitáculos como nichos sin un lamento, el pueblo chino, coreano y vietnamita es atérmico, el fuego en las yurtas calienta a los pueblos mongoles y siberianos, en Sudamérica austral sufrirán como siempre en silencio, en África bastante tienen con obtener algo que llevarse a la boca y a Norteamérica no le falta de nada.
Así las cosas, a la culta, rica, densa y desarrollada zona europea le va a tocar apretarse el cinturón, adoptar unas restricciones energéticas y de consumo insospechadas y confiar en la benevolencia de una Rusia con la que estamos a la greña y en guerra, o países africanos con reservas naturales ilimitadas, o dictaduras bolivarianas detestables y a las que lógicamente detestamos.
Total, que mientras fabricamos alternativas viables y eficaces en el tiempo, cosa que hace años ya deberíamos haber hecho o al menos verlas venir, nos va a tocar coger la cesta de la compra y salir al mercado energético. Vaya gaita y humillación para la gran Europa.
La potente Alemania, la diletante Francia y la falsamente traviesa Italia, conjuntamente con todas las demás naciones, han empezado a tomar medidas urgentes para la protección de la ciudadanía y estructura empresarial e industrial para garantizar suministros apelando a la conciencia de la gente para, al menos, paliar el desastre que alterará notablemente el equilibrio económico, índices de crecimiento, inflación, consumo y seguimientos presupuestarios.
No sé ahora si nosotros nos damos cuenta de la que se nos viene encima a la vuelta de al parecer nuestras imprescindibles vacaciones, una vez concluido el vaciado de las playas y éxodos estivales. Deberíamos estar preparándonos para pasar frío, alumbrarnos poco y mal y racionar sustancialmente la cesta de la compra, caprichos y consumo de combustible doméstico, así como de transporte personal para llegar a fin de mes, subsistir en espera de tiempos mejores y mantener a toda costa cualquier empleo o puesto de trabajo.
La única ventaja que se me ocurre es que nos arderán las manos, mejillas y pies entrando en calor por la frecuencia e intensidad de las bofetadas y patadas que se van a empezar a repartir, que nos vamos a dispensar sin contemplaciones por lo que bienvenido sea el calor corporal que proporciona una paliza. Más madera.
Pero para la Agencia Mi persona Gubernamental de la Energía eso son tonterías de la calle que no se resigna a estar sometida, silenciada, impotente y arruinada. Comunidades de género henchidas de millones mientras el ejército y los tanques se caen a pedazos. Como los Falcon, helicópteros, coches oficiales y derroches representativos no consumen ni gastan dinero ni energía. Pues. Más madera.
Despilfarros históricos en sueldos políticos, número de chupatintas y asalta administraciones e instituciones, millonarias subvenciones al mundo tragaperra y ludópata oficial del Gobierno, concesión de privilegios económicos al conjunto de ministerios irrelevantes e inútiles. Eso. Más madera.
Así mismo mientras las Niñas al Salón, suscriptoras del Vogue, Yolifashion del momento, bien asistidas por la cuchipandi de Pipys Calzaslargas y Fanny Pelopaja, pasean el palmito por el mundo, nadie sabe dónde están los setecientos millones de marisco y prostíbulos matarile rile rile en Andalucía, la asociación de damnificados por Mi Persona que van metiéndose ya en las veloces puertas giratorias del placer y futuro de buen sueldo. Claro. Más madera.
El cómico circo catalán de payasos con sus soñadores iluminados en diversos grados tampoco pasarán frío pues al margen de que el ADN de la raza catalana es superior y atérmica, los enérgicos mamporros que se van a dispensar mantendrá una temperatura geocorporal suficiente mientras que los grupúsculos políticos de otras cuerdas parecen un tiovivo alrededor buscando algo parecido a la famosa frase de asiento a la lumbre. Más madera.
Y en 2023, unos ya congelados y los otros bien calientes, nos vamos a tener que pronunciar en Ayuntamientos, comunidades autónomas y Gobierno de la nación acerca de cómo queremos seguir los próximos años y acompañados de quién queremos ir. ¿Se puede pedir más?
Lo dicho. Más madera.
- Mariano Gomá es presidente de Foro España y España Cívica