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Gonzalo Cabello de los Cobos Narváez

Los repugnantes husmeadores nocturnos

En Finlandia, en Europa y en Occidente simplemente no le perdonan que disfrute. Ser libre es un gran pecado contra la dictadura de lo correcto y hay que castigarlo con severidad

Hace años que me descarté para el ejercicio de la política. Y no por falta de vocación, sino por culpa de los tejemanejes de una raza inferior conocida como los husmeadores nocturnos. Se trata de seres que obtienen su energía vital haciendo fotos y vídeos a las cuatro de la mañana y que aprovechan la debilidad humana para regodearse en su maldad, disfrazándola además de abyecta hipocresía. Entes que justifican su miseria con un «tío, estaba haciendo una foto y saliste así, ¿qué le voy a hacer?». Depredadores de felicidad rastreros e inmundos que no dudan en subir esa foto a las redes sociales y etiquetarte con un emoticono sonriente mientras postean: «saliendo de fiesta. Uff… ¡cómo lo pasamos! ¿Verdad, Jaime? jajajaj».

De todos es conocida la enérgica afición de Winston Churchill por el buen champagne y el whisky. ¿Se imaginan qué habría pasado si hubiese habido husmeadores nocturnos en la época del genial estadista británico? Si esas ratas con flash lo hubiesen retratado en uno de sus habituales estados de felicidad, es muy probable que Europa se hubiese quedado sin «El factor Churchill». Piénsenlo. Esos malditos parásitos podrían haber acabado con la persona que acabó con el nazismo.

Y es que los husmeadores nocturnos pueden hacer mucho daño si se lo proponen. El vídeo de la primera ministra de Finlandia bailando tranquilamente con amigos en una fiesta privada no es más que otro capítulo, de los muchos que vienen, protagonizado por estas alimañas. En el vídeo, la bellísima Sanna Marin no hace más que lo que hacemos muchos de nosotros cuando tratamos de disfrutar de la vida: cantar, bailar y tomar alguna que otra copa. Eso es todo.

Pero el puritanismo hipócrita y correcto que atenaza nuestra sociedad no perdona que una persona joven lo pase bien. No quieren líderes fuertes; quieren marionetas santurronas sin mácula alguna ¿Una mujer guapa y joven pasándolo bien? No, por Dios…

Tras el supuesto escándalo, el ultraprogresista país nórdico se ha llevado las manos a la cabeza y lo primero que ha hecho es acusar a su primera ministra, sin prueba alguna, de los delitos más peregrinos, incluidos la irresponsabilidad y la drogadicción (la presión social ha obligado a Sanna Marin a hacerse un test de detección de drogas). Sería humano pensar que todo esto no es más que una elaborada estratagema política urdida con el fin último de derribarla. Sin embargo, yo no creo que sea así. Estoy convencido de que la verdad es mucho más sencilla y terrorífica. En su país, en Europa y en Occidente simplemente no le perdonan que disfrute. Ser libre es un gran pecado contra la dictadura de lo correcto y hay que castigarlo con severidad.

En este caso, además, cabría preguntarle a la primera ministra qué tipo de amigos tiene. Una persona con un cargo de esa naturaleza debe rodearse de personas de extrema confianza, no de ratas. Ése ha sido su gran fallo.

En mi grupo de amigos, por ejemplo, existe una ley no escrita por la que evitamos fotografiarnos cuando la madrugada hace acto de presencia. Y es normal. Nos queremos, nos respetamos y deseamos nuestro bien mutuo. Si un amigo está echando la pota en la calle porque esa noche ha tomado un canapé en mal estado, nuestro primer impulso no es grabar un vídeo para destruirle la vida. Le ayudamos a salir del bache lo mejor que podemos y evitamos sacar una cámara para documentar todo el proceso. No sé, lo normal. O al menos eso creo.

Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, en las gradas del Olímpico de HelsinkiAFP

Pero los husmeadores nocturnos piensan diferente. Por eso digo que son una raza inferior. Es gente de bajos instintos que se regodea con el mal ajeno. Para ellos es un triunfo fotografiarte en el peor estado posible. Son de la misma raza de ese tipo de personas que, tras una noche de disfrute, te llaman al día siguiente y te dicen: «Cómo lo pasaste ayer, ¿eh? La liaste muchísimo. Te cuento…». Y luego te comenta con todo detalle aventuras que, a lo mejor, hubieras preferido relegar tranquilamente al olvido. Esos, según Virgilio, también tienen reservado un círculo en el infierno.

Este caso de la primera ministra de Finlandia es el primero de muchos que vienen. Comidilla política que, sin duda, asombrará y alimentará a los tertulianos políticos y del corazón durante muchos años. Debemos recordar que los nuevos dirigentes que están por llegar son personas que han crecido bajo el foco de los husmeadores nocturnos. Futuros políticos que no saben si, por ejemplo, en el año 2011 fueron fotografiados en actitud comprometida cuando realizaban un Erasmus en Milán. Documentos que, si salen a la luz, sin duda acabarán con sus carreras en la vida pública.

Entramos de lleno en la edad dorada de los husmeadores nocturnos. Por eso, antes de dar el paso y servir a su país párese a pensar detenidamente si de verdad le compensa. Si tiene una foto comprometida que no pueda justificar no se presente a un cargo público. Esas sabandijas roerán su pasado hasta encontrarla y entonces destruirán su vida, la de su familia y la de todos los que le rodean. Dejemos la política para los artistas del disfraz. No queda otra. Winston Churchill ya no existe.

  • Gonzalo Cabello de los Cobos Narváez es periodista