El desafío catalán
Esa gran burguesía catalana cobarde y silenciosa llenaría Cataluña de vítores y aplausos rojigualdas como ya hizo en varios momentos de la historia, brazo en alto o no
Quizás el título de este artículo no responda totalmente a la realidad puesto que existiendo sin duda un desafío catalán al Estado Español, lo cierto es que lo perpetran tan solo una minoritaria parte de los ciudadanos de Cataluña sin que sea mi intención generalizar algo no generalizable.
Pero veamos: sin acudir a estadísticas y porcentajes pesados, engañosos y cansinos, podemos afirmar que solo una tercera parte de catalanes defiende la secesión y la independencia pues hay mucha gente puesta de perfil que a priori no sabe, no contesta, pero en realidad sí sabe y sí contestaría abrumadoramente por España una vez perdido el miedo a represalias empresariales, garantía de su puesto de trabajo y recibiendo una información libre, veraz, independiente y lejos de doctrinas y consignas de los medios de comunicación.
Hasta me atrevo a afirmar que esa gran burguesía catalana cobarde y silenciosa llenaría Cataluña de vítores y aplausos rojigualdas como ya hizo en varios momentos de la historia, brazo en alto o no.
Dicho esto, en condiciones de libertad el porcentaje indepe es exiguo pero hay más; de ellos hay una gran parte que quisiera ser independiente en un contexto serio, culto e intelectual de igual forma que pueden sentirse políticamente republicanos sin comulgar para nada con los deleznables Companys o Maciá. Y además solo añoran la seriedad, serenidad y señorío de Tarradellas.
Ese respetable grupo detesta, desprecia y culpa del fracaso de su sueño al grupo de payasos que ponen y se ponen en ridículo con sus disfraces, actitudes y complementos de vestuario que son el hazmerreir del mundo. Bufones y arlequines los ha habido siempre para únicamente el divertimento de la sociedad o de la corte, amenizando y dando color cascabelero a fiestas y circos. Por eso el enorme cabreo que presenta el sector independentista de verdad.
Las mesas bilaterales con sus delirios de gobiernos bilaterales, las musas camillas arrancadas a la fuerza de sus anclajes abrazándose alegres al grupo de payasos vociferantes con guitarras incluidas, es de suponer en su caso como momento previo y despedida antes de acudir a su cita con el banquillo y seguidamente a su celda. Los alegres bañitos cadaquesianos luciendo pelos, barbas y coletas encanecidas en la cárcel, bajo el lujoso cobijo de la maestra de la provocación y el insulto en los estudios audiovisuales Margarita Chen, nos hacen a todos las delicias del circo catalán.
Finalmente se encuentran los comandos filoterroristas violentos que amenazan con sangre y fuego, siempre con capucha y desde lejos pues sin la propia protección de los papás y la policía, no son nadie y a cara descubierta menos, imberbes, tímidos y acomplejados por su condición de nenes ninis.
¿Así las cosas, qué podemos esperar del desafío catalán?
Pero esos grupúsculos empiezan ya a caldear el ambiente para la próxima Diada que cada vez lo es menos, cada año más pobre y solo se aguanta haciendo mucho ruido, con los medios afines que son todos, glorificando el éxito y sobre todo fletando autocares y envolviendo bocadillos para toda aquella buena gente del interior que tienen la posibilidad de un día al año de ver Barcelona y admirarse con el Ca macu. Una celebración que ya no la celebran más que ellos pues la sociedad catalana en general huye del espectáculo ya que el tiempo en setiembre todavía es bueno para los enormes atascos de las playas.
Ahora bien. No nos engañemos, hay todavía muchísima gente infectada y mucho calladito suelto que a lo tonto a lo tonto llenarán las calles de sueños de ficción mientras Cataluña se arruina, el prestigio catalán murió, Barcelona ya no cuenta entre las ciudades influyentes pues es un caos en manos de la superwoman Colau con escudo en el pecho y capa al vuelo, salvándose solo nuestra querida capital de la nada gracias a San Antonio Gaudí y a los Santos Juegos Olímpicos del 92, que entre otras cosas fueron de todos.
Y para ponerle la guinda el futuro alcalde de Barcelona puede ser un anciano al que su hermano cuando en su momento llegaba a la Alcaldía o a la Presidencia de la Generalitat, les decía a sus colaboradores: «Ponedle por aquí cerca un despacho al Tete». Ello me lleva a la interpretación libre de aquella frase que reza. «Si pones payasos a gobernar no se convierten en gobernantes, el Gobierno se convierte en un circo».
Pero no quiero acabar con mal aliento y pienso que España es demasiada Nación para vencer a ese desafío, se está demostrando paso a paso en todos los procesos electorales que vamos a seguir el proceso de la Agenda del Cambio y cuando Cataluña en Europa y en España se vea considerada como una reserva apache o a un guiñol Uderziano, veremos como todo el pueblo catalán se pone las pilas y a pedalear con el gran equipo español si quiere alcanzar la meta.
Y si no, al tiempo. Amén.
- Mariano Gomá es presidente de Foro España y España Cívica