El espejo negro
Ningún decreto o ley puede aminorar nuestra dignidad salvo que sean nacidos del espejo negro, sin conciencia moral
Fue en mis años jóvenes cuando la psicología y el psicoanálisis me interesaron con verdadera ilusión. Después, en la medianía adulta, la necesidad de objetivar mis propias realidades mundanas me alejó de los pensamientos freudianos y diversas terapias. Sin embargo, ahora se vuelve a despertar esa necesidad de entender qué le sucede al hombre en lo más recóndito de su cerebro, sentimiento y emoción. Permanecer sentado en silencio, con la paciencia suficiente del fiel observador, provee la nitidez necesaria para poder empezar a comprender lo que nos está aconteciendo; porque algo nos ha sucedido.
Desde hace unas décadas nos hemos adormecido en nuestra propia incomprensión de una sociedad hipnotizada por la falacia de la mentira que se nutre del encantamiento de los manipuladores y vendedores de una inexistente democracia. Inexistente por su aspecto fugaz y por ser el edulcorante de hombres blandos, carentes de juicio crítico y de valor de verdad.
A nuestra sociedad, española, europeísta, mundial, le aqueja el síndrome del espejo negro.
El espejo negro nunca refleja la verdad y siempre alude al enmascaramiento de los hechos y del propio yo.
Me pregunto cómo son los espejos de los pasillos de nuestras instituciones después de estos últimos catorce años, cuando asistimos al teatro generalizado de los indultos, de las victimas tristemente politizadas, de la miserable quiebra del Estado...
El efecto espejo «nos relaciona con personas con defectos similares y estos nos molestan porque actúan como un reflejo de nosotros mismos». Cuánto uso hace el Gobierno del franquismo. No deja de resultar curioso.
Pero, y ¿el hombre de la calle?... Éste es el anónimo.
Nos acercamos a entender que hay muchos efectos espejo:
La autoestima del ciudadano, la cual se la llevó el viento en una tormenta perfecta enmascarada por nuestros gobernantes de alto sectarismo democrático (cuántos decretazos nocturnos... de todo tipo y condición).
Ahora, la autoestima del gobernante se queda reflejada, contra su voluntad, en un retrato de Dorian Gray.
La denuncia del presidente a la crítica de la frágil oposición, literalmente la maquinaria de la Moncloa dejó al recién estrenado popular sin tiempo, es otro efecto espejo que se pretende proyectar en el electorado.
Así, con la autoestima y la libertad de expresión de nuestro país desvaneciéndose en un engañoso reflejo, sólo nos queda la psicología.
Pero, llegando casi al precipicio, se hace necesario limpiar el polvo al espejo y ahí ya, a este Gobierno, la restauración del cristal se le lleva por delante su laureado portal de transparencia, de libertad de expresión... adalides de un Gobierno que pretende ser de todos los españoles, pero que sólo lo es de aquellos que tapan los abucheos del descontento, porque los «desvalidos» del país sólo son usados, que no remediados de sus penurias.
Esta corte pantagruélica es poseedora de un gran espejo negro... ¿A quién refleja? Ya decía San Jerónimo que «el rostro es el espejo de la mente, y los ojos sin hablar confiesan los secretos del corazón».
Y, ante estos desmanes y narcisismo constante, como les decía, tuve que recurrir a la psicología y a Freud para poder comprender...
Al concluir, nos decía Freud que «la tensión entre las exigencias de la conciencia moral y las operaciones del yo, es sentida como sentimiento de culpa».
Somos muchos los que echamos de menos este sentimiento de culpa en esta «Corte democrática» pero, tal como dijo el gurú del psicoanálisis... ¡si no hay conciencia moral...! ¿qué tensión vamos a reclamar?
Ningún decreto o ley puede aminorar nuestra dignidad salvo que sean nacidos del espejo negro, sin conciencia moral.
Me pregunto si esos cincuenta ciudadanos gratificados con la «presencia» del presidente se han percatado del espejo negro que todo lo engulle, sea Camboya o Birmania, sea el franquismo o el terrorismo...
Ahora más que nunca necesito tener en la mesilla los libros de psicoanálisis y toda la psicología que mi cerebro sea capaz de digerir. Sin ellos será imposible poder entender este momento iluminado de Moncloa.
Supongo que todo esto sucede por colgar en las salas de Gobierno un espejo negro que refleja a esos hombres blandos de mente y duros de corazón, sin juicio y sin verdad.
- Pedro Fuentes es humanista y ensayista