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En primera líneaRafael Puyol

Amar el belén

Quizás al belén le ha faltado la perspectiva de género porque el intento de incorporar una barbie por parte de una nieta fue rechazada por juzgarla incongruente

Como todos los años por estas fechas hemos puesto el belén en mi casa. En su preparación intervinieron mi mujer con su capacidad organizativa, mis hijos con su sentido práctico y mis nietos con su desbordante fantasía. Cada cual aportó unas figuras y una ornamentación dispar que han permitido calificar el resultado final como nacimiento-fusión, un producto heterogéneo donde la realidad y la imaginación se han conjugado a partes iguales.

La tradición ha suministrado los ingredientes básicos: el pesebre con sus figuras centrales -María, José y el Niño- y el acompañamiento debido -los Reyes Magos, los pastores, la mula y el buey (sin síntomas de maltrato animal) y el ángel anunciador- sonriente tras cumplir su grata encomienda. No faltan tampoco productos frecuentes como el huerto de tomates, las lavanderas que faenan el trampantojo de río de papel albal, el rebaño de ovejas y su perro cuidador y, al fondo siempre en alto y destacado el castillo de Herodes, protegido por unos soldados vigilantes. Este año mi mujer tiró la casa por la ventana adquiriendo musgo en una floristería al precio de langostinos y piedrecitas para los caminos y una arena cristalina para los bancales en el chino de la esquina .

Sobre esta base de elementos clásicos mis nietos aportaron lo mejor de su fondo de armario, sofisticando y abigarrando el escenario. Encontrar, bebiendo en el río, un elefante es inhabitual, pero que lo haga un dinosaurio resulta un tanto esperpéntico. Al lado del portal aparecen dos vehículos aparcados: una nave de la guerra de las galaxias, y el cohete de Tintín, como si los Reyes, al modernizarse, hubieran cambiado sus camellos, por estos vehículos espaciales. Junto a los pastores y en amigable diálogo con ellos aparece Pepa Pig que parece llevar en brazos al perro Milú. Ya no sorprende observar en un extremo del belén un fuerte de vaqueros, rodeado de indios amenazantes arrojando flechas incendiarias. Quizás al belén le ha faltado la perspectiva de género porque el intento de incorporar una barbie por parte de una nieta fue rechazada por juzgarla incongruente. Puedo tener una interpretación subliminal para cada uno de estos objetos, pero me cuesta más entender la presencia de un coche de bomberos con toda su parafernalia o un barco pirata que mansamente desciende por el río de plata.

Paula Andrade

A la imaginación no hay que ponerle límites, como tampoco puertas al campo aunque el resultado final de esa indudable destreza, sea un producto que desborda los límites de la tradición y de lo políticamente correcto. Al final nuestro belén refleja un cierto parecido con el camarote de los Hermanos Marx por la alta densidad de personajes heterogéneos y objetos inanimados que contiene

Y de repente se me ocurrió que aquello tenía un cierto parecido con el Parlamento español. Allí todos los días se arma un belen profuso, heterogeneo y ruidoso. Que sus señorías me perdonen, pero el hemiciclo se ha convertido en un guirigay de personajes variopintos donde impera mucho más el grito descalificador que el razonamiento sensato. En una especie de jaula de grillos donde con los mismos argumentos se descalifica al contrario y el desacuerdo da paso al insulto. Un lugar en el que alguien desde su castillo, pretende imponer su ley contra viento y marea. Donde algunos partidos resultan tan extemporaneos como el dinosaurio o el cohete de Tintín. No pegan por su presencia en un órgano y en un país en el que no creen, lo cual no les impide practicar un cierto filibusterismo (el barco pirata) a través de vender sus apoyos por prebendas materiales o ventajas legislativas.

En una encuesta a pie de calle realizada estos días, todos los entrevistados manifestaban un cierto hartazgo de lo que está sucediendo en un órgano que debería concitar la admiración y la estima de todos los españoles. Pero difícilmente va a tener ese aprecio si sus componentes no se respetan entre sí y algunos no aceptan la honorabilidad de otros órganos que están en su legítimo derecho de denunciar lo que se hace mal.

En una viñeta de Quino se veía a Mafalda con Guille viendo la televisión, mientras sus padres se tiraban los trastos a la cabeza en la habitación de al lado. Al verlo Mafalda le decía a su hermano: «oye Guille ¿tú crees que estamos en buenas manos?» Tengo la sensación que en los tiempos que corren son muchos los españoles que se están haciendo la misma pregunta.

  • Rafael Puyol es presidente de UNIR