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eN PRIMERA LÍNEAAndrés Muñoz Machado

Atrévase y tendrá éxito

Tan importante es el miedo al fracaso que ha habido análisis que clasifican los países por su capacidad de olvidar los fracasos y de utilizar la experiencia de los fracasados en la promoción de nuevos negocios. A mayor capacidad de olvido, mayor prosperidad

Actualizada 12:47

La economía de mercado de cualquier país puede encontrar una buena representación en el ajetreo de cualquiera de los centros comerciales que se visitan al final y principios de año. Todo se mueve. Unas personas para comprar, otras para vender, otras para mirar lo que hacen las demás y tratar de imitarlo, otras para transportar los productos comprados, otras para cobrar, otras para financiar. Al cabo del día, todo el mundo está más satisfecho que al principio. Dicen los expertos que la economía de mercado es un juego de suma positiva: todo el mundo gana en él; no pasa, como algunos dicen, que unos partícipes ganan y otros pierden. Todos ganan.

En tanto laberinto, hay alguien oculto al que puede considerarse como el gran responsable de lo que acontece. Él fue quien tuvo la idea de instalar el gran almacén, quien creo empleos, contrató personas, contribuyó a la mejora del bienestar colectivo. Ese alguien oculto es el empresario, pieza angular de la economía social de mercado de nuestros días, como la denominan los Tratados de la Unión Europea. Son personas con cualidades especiales que los hacen aptos para esta labor. Casi todos los intentos que se han hecho de sustituirlos por entidades estatales o cuasi estatales han fracasado de una manera rotunda. Los países que en su día practicaron la planificación central son un buen ejemplo.

El empresario y el fomento de la actividad empresarial, el apoyo a las empresas nacientes, las startups, recibe una especial atención por las autoridades políticas. Son objeto de disposiciones legales frecuentes. Conviene que así sea, ya que en ello nos va una parte importante de nuestro bienestar presente y futuro.

Entidades como el Instituto Nacional de Estadística (INE) o centros académicos como el Babson College (EEUU) y la London Business School (RU), que impulsan el Informe «Global Enterpreneurship Monitor» (GEM), recogen datos que conducen a un mejor conocimiento de la dinámica del emprendimiento.

Según parece, los motivos, más frecuentes, por los que una persona se convierte en empresario son:

  • Ganarse la vida porque el trabajo escasea.
  • Marcar una diferencia en el mundo.
  • Crear riqueza o una renta muy alta.
  • Continuar una tradición familiar.

De ellos, el más frecuente es el primero. Cuando una persona no encuentra trabajo se plantea hacer algo de lo que vivir. Aparece así lo que es sustancial en cualquier nueva empresa: la idea de negocio. Muchos emprendedores es eso todo lo que poseen, pero pueden llegar a crear compañías florecientes si se les apoya y se les facilita todo lo que adicionalmente necesitan para operarlas.

Ilustración: éxito

Lu Tolstova

Les resulta primordial encontrar como financiar la empresa. Los anglosajones, tan aficionados a expresar conceptos con brevedad, dicen que los fondos proceden de las tres «Efes»: «Family, Friends, Fools» (Familia, Amigos y Locos). La afirmación parece tener mucho de cierta. Opiniones recientes de expertos señalan, para España, las siguientes fuentes: ahorros del emprendedor (59 por ciento); instituciones financieras (17 por ciento); familia (9 por ciento); amigos (2 por ciento); otras (12 por ciento). Un ejemplo, hasta cierto punto paradigmático, fue la producción y estreno de Blancanieves por parte de Walt Disney, que arriesgó todo su patrimonio en la producción de la película, que meses después de su estreno produjo unos ingresos unas 300 veces superiores a su coste. Eso sí, Walt Disney siguió teniendo ideas y arriesgando su capital, creando belleza y puestos de trabajo.

La economía social de mercado está inmersa en un proceso de destrucción creadora. Permanecen en ella los productos que más satisfacen la demanda. Algunos datos, no anómalos, muestran la intensidad del esfuerzo de los emprendedores: en España, en 2020, operaban 3.704.082 empresas; ese año, se crearon 278.525 empresas y desaparecieron 311.259. En 2020, solo seguían existiendo el 45,1 por ciento de las empresas creadas en 2015. Las empresas que se crearon y desaparecieron no parece que fueron de base tecnológica. Entre las creadas destacan Actividades Postales y de Correos; y entre las que desaparecieron las Actividades de Agencias de Viajes. En 2021, el 86 por ciento de las empresas consolidadas (iniciativas de más de 42 meses de vida) tuvieron carácter familiar.

Los nuevos negocios encuentran barreras adicionales a su creación. En el caso español se señalan como especialmente perjudiciales: las políticas gubernamentales; el aumento de impuestos, tasas y cotización a la Seguridad Social; los costes laborales de contratación y despido.

Cualquier economía floreciente necesita de emprendedores. Necesita conocer qué es lo que disuade a muchos de su deseo de emprender. Parece que hay un motivo, no mencionado en lo anterior, que es el mayor causante de que muchos posibles emprendedores no lleguen a serlo. Ese motivo es el miedo al fracaso, a lo que puede acarrearle en la consideración que la sociedad tiene de él, a tener que mencionarlo en su historial profesional. Tan importante es el miedo al fracaso que ha habido análisis que clasifican los países por su capacidad de olvidar los fracasos y de utilizar la experiencia de los fracasados en la promoción de nuevos negocios. A mayor capacidad de olvido, mayor prosperidad.

La creación de un ambiente de emprendimiento supone el diseño de ayudas financieras a los nuevos entrantes; una fiscalidad adecuada; la elección de aquellos sectores en los que el emprendimiento pueda tener mayor interés; educar en la necesidad del emprendimiento desde la escuela, hay bastantes universidades que tienen cursos especiales de creación de empresas y viveros de empresas; formar capital humano; crear infraestructuras capaces de albergar las nuevas empresas; crear un ambiente social a favor del empresario.

Sobre todo ello, dar al empresario la consideración que merece contribuir a la disminución del miedo al fracaso y aumentar la capacidad de olvidarlos. La mentalidad dominante en la sociedad da lugar a la creación de más empresas que las leyes que pretenden inducirla.

  • Andrés Muñoz Machado es doctor ingeniero industrial
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