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eN PRIMERA LÍNEAAndrés Muñoz Machado

¡Es la gestión! ¡No lo dude!

Cualquier sistema de gestión es siempre circunstancial, de que todas las organizaciones, públicas y privadas, tienen algo que las diferencia y que, cada una, desarrolla sus propios procedimientos. No existe un modelo que siempre sea el mejor

Febrero 2023.

Las tecnologías disruptivas más destacadas de la Segunda Revolución Industrial, en los primeros años del siglo XX, fueron la electricidad y los modelos de gestión o «management». Muchos de los conocimientos que emplean nuestros gestores actuales tienen en ellos su origen.

El desarrollo de los proyectos con los que se intenta mejorar el bienestar es el resultado de la combinación armónica de dos tecnologías claramente diferentes: la una, la derivada de los conocimientos artesanos tradicionales y de los conseguidos mediante las ciencias experimentales; la otra, la derivada del conocimiento del comportamiento humano y del uso eficiente de los recursos. En la integración de ambas, para conseguir el resultado deseado, consiste el arte del gestor, tanto si desempeña su labor en una organización pública como en una privada.

Cuando se enfrenta un problema, no existe, para cada una de las técnicas citadas, una solución única. Es necesario elegir entre las distintas opciones posibles. No existe un único modo de diseñar una obra pública, ni un solo medio de transporte que sea el idóneo, ni un solo modo de emplear los recursos disponibles.

Uno de los creadores más citados del «management», considerado como el padre de la ingeniería industrial y un clásico en la materia, que escribe a primeros del siglo XX, es el norteamericano F.W. Taylor, cuyo nombre suele utilizarse, con notable desconocimiento de sus aportaciones y de la época histórica que le tocó vivir, como responsable de prácticas de dirección duras e inhumanas.

F.W. Taylor, preguntado en una ocasión que preferiría perder, en caso de poder elegir, las máquinas de su fábrica o su equipo de colaboradores, contestó que las máquinas de su fábrica, ya que su equipo de colaboradores era mucho más difícil de rehacer. Manifestaba, una y otra vez, que la falta de productividad era más consecuencia de las deficiencias de la Dirección que de la aptitud de los trabajadores. Un par de décadas después, el destacado tratadista Oliver Sheldom afirmaba que la «industria es una compleja forma de organización humana».

La pregunta ¿cuál es el mejor sistema de gestión a utilizar? está en pie en nuestros días. La respuesta actual tiene un cierto aire de oráculo de Delfos, en el sentido de que lo que se contesta es que cualquier sistema de gestión es siempre circunstancial, de que todas las organizaciones, públicas y privadas, tienen algo que las diferencia y que, cada una, desarrolla sus propios procedimientos. No existe un modelo que siempre sea el mejor. Se dice que, lo que si es posible, es señalar al gestor un modelo marco en el que se incluyan las mejores prácticas conocidas y que, dentro de este modelo marco, el gestor construya y modele el suyo. Este es el papel que en nuestros días pretenden jugar los modelos de excelencia.

Los modelos de excelencia tuvieron su primera manifestación en el Japón de la Segunda Postguerra Mundial, adoptando el nombre de un estadístico norteamericano: W.E. Deming; siguieron con los Estados Unidos, unas décadas después, dándoseles el nombre de un político: H.M. Baldrige; y continuaron, poco después, en Europa, con el Modelo de la Fundación Europea para la Gestión de la Calidad Total. Hoy, hay muchos países o grupos de países que proponen a sus organizaciones, tanto públicas como privadas, modelos inspirados en los anteriores. Incluso existe el Global Excellence Council, al que se reconoce como guardián de los modelos y premios de excelencia, en aquellos países que componen su membresía.

Paula Andrade

Todos estos modelos vienen a coincidir en líneas como las siguientes:

  • Son modelos en los que se postula que no existe una gestión perfecta sino que toda gestión es perfeccionable y que, en consecuencia, las organizaciones tienen que estar siempre preparadas para el cambio
  • Son modelos holísticos, esto es, pretenden abarcar todas las facetas de la organización, sea pública o privada.
  • Son modelos en los que por gestión excelente se entiende «...aquella manera sobresaliente de gestionar una organización capaz de obtener resultados permanentes en el tiempo para todos los grupos de interés». Los grupos de interés son todos aquellos a los que de alguna manera afecta la marcha de la organización, entre ellos, los ciudadanos, los empleados, los accionistas.
  • La gestión se basa en principios como los siguientes: liderazgo, ética y transparencia, contribución social, agilidad y resiliencia, aprendizaje organizacional, formación del personal, enfoque en los clientes, crear valor y resultados, gestión basada procesos y hechos, enfoque en el éxito y la innovación.
  • Los modelos incluyen las prescripciones de las principales declaraciones de los derechos humanos, por ejemplo, el Pacto Mundial de Naciones Unidas o los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS).
  • Los modelos sugieren la emulación o comparación de las prácticas de una organización con las de otras.

Este tipo de modelos se ha adaptado a las Administraciones Públicas, sirva de ejemplo el «Marco Común de Evaluación» del Instituto Europeo para la Administración Pública, dando lugar a considerables mejoras en su funcionamiento. Los modelos de excelencia han mostrado una buena compatibilidad con los modelos públicos burocráticos.

Estos modelos, con independencia de sus muchas variantes, son un canal por el que se transmiten pautas que postulan la importancia del respeto a la dignidad de la persona en cualquier práctica de «management». El hacerlo así, suele tener como resultado un mayor éxito en la gestión. Postulado básico de todos ellos es que ninguna gestión es perfecta, pero toda gestión es mejorable.

Anótese, también, este reconocimiento a la importancia de la persona en el «management» estaba ya presente desde los primeros momentos, en que se planteó la gestión de la producción de grandes grupos humanos. Esta orientación se encuentra siempre en lo más granado del pensamiento sobre gestión de Oriente y Occidente.

  • Andrés Muñoz Machado es doctor ingeniero industrial