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En primera líneaEmilio Contreras

El programa oculto

Nada de lo que ha hecho Pedro Sánchez en estos cuatro años lo votaron los españoles porque nunca lo anunció en su campaña electoral. ¿Era un programa oculto o lo ha ido escribiendo sobre la marcha para mantenerse en el poder?

Enrique Tierno Galván dijo hace más de cuarenta años que los programas electorales están para no cumplirse. Sus palabras –una mezcla de cinismo y chufla– hicieron fortuna entre políticos y periodistas y, desde entonces, vemos que buena parte de lo que se promete no se cumple, y cómo se acepta con resignación y realismo que haya un largo trecho entre las palabras y los hechos.

En los últimos cuarenta años ha habido de todo: programas electorales que se han cumplido y otros que, siguiendo la senda que marcó Tierno Galván, se han incumplido. Pero lo que no habíamos visto ni padecido hasta ahora es un programa oculto durante la campaña electoral que se haya aplicado a la llegada de sus autores al Gobierno, como ha ocurrido desde que Pedro Sánchez ocupa la Moncloa.

La primera señal de alarma saltó en Navarra, pero pocos quisieron verla. Pedro Sánchez había insistido en una entrevista televisada el 19 de julio de 2019 en que nunca pactaría con los herederos de ETA. «Con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo digo cinco veces o veinte. Se lo repito, con Bildu no vamos a pactar». Eso lo dijo después de que el 2 de julio cinco de los siete diputados de EH Bildu se hubieran abstenido en el Parlamento navarro para que la candidata del Partido Socialista, María Chivite, fuera elegida presidenta de la comunidad foral.

Unas semanas después, el 27 de agosto, los socialistas cumplieron su parte del trato y el único concejal del PSN en el ayuntamiento de Huarte no estuvo presente en la votación en la que se eligió el alcalde. Gracias a esa ausencia, la alcaldía fue para EH Bildu. Todo fue una argucia para que no pareciera que había votos favorables, pero sí hubo abstenciones favorables con las que batasunos y socialistas se repartieron el poder en una comunidad y en un ayuntamiento.

El pacto y el apoyo entre socialistas y los herederos de ETA estaba claro. Fue el prólogo de lo que iba a ocurrir tras las elecciones generales del 10 de noviembre de ese año. Desde entonces EH Bildu se ha convertido en la muleta del Gobierno con la que ha conseguido que cuajen en el Congreso sus proposiciones de ley y sus presupuestos.

Lo mismo ocurrió con Pablo Iglesias. En julio de 2019 Pedro Sánchez afirmó que no pactaría con él. «Necesito un vicepresidente que defienda la democracia». El dardo fue directo contra la línea de flotación del líder de Podemos. Levantó un muro aparentemente insalvable con este y otros mensajes como «en asuntos de Estado hay graves discrepancias de fondo». Pero seis meses después formó un Gobierno de coalición con Podemos, nombró varios ministros del Partido Comunista y ahora la vicepresidenta segunda del gobierno tiene el carnet del PC. El muro solo era un decorado de cartón que se deshizo con la llegada de la lluvia fina del poder.

Lu Tolstova

Sobre su pacto con los separatistas guardó el mayor de los silencios durante la campaña electoral de 2019. Solo en el apartado 5.1 del programa electoral del PSOE se citaban, bajo el epígrafe ‘Estado Autonómico’, siete medidas de descentralización y colaboración con las comunidades. Ni una palabra sobre los indultos ni sobre la eliminación del delito de sedición y las rebajas de pena a los malversadores. Pero en junio de 2021 Pedro Sánchez indultó a los dirigentes separatistas catalanes, y en diciembre de 2022 reformó el Código Penal para asegurar su impunidad si en el futuro trataban de repetir la intentona de octubre de 2017. Y todo ello a espaldas de sus votantes.

Pero el entreguismo del programa oculto de Pedro Sánchez con los separatistas catalanes ha ido aún más lejos. Hemos sabido que, cuando Josep María Jové, mano derecha de Junqueras, estaba procesado, negoció con el gobierno la reforma del Código Penal para eliminar el delito de sedición y suavizar el de malversación. Es escandaloso que un gobierno negocie con los delincuentes la reforma de la ley que les exculpará y y les hará impunes.

El Gobierno ha hecho lo que los electores no han votado. Y es lógico que muchos ciudadanos, incluso votantes socialistas, se sientan engañados y se pregunten por qué el presidente ocultó sus planes durante la campaña electoral. La respuesta es evidente: si lo hubiera hecho habría perdido las elecciones.

Pero, visto lo visto, creo que es más realista pensar que Pedro Sánchez no se presentó a las elecciones de 2019 con un programa oculto. Fue más allá, y fue mucho más grave. Se presentó con un programa inexistente, propio de quien, carente de cualquier compromiso ideológico, está dispuesto a pactar con quien sea lo que sea con tal de alcanzar el poder y mantenerse en él.

Y las consecuencias pueden ser gravísimas. Cuando un gobernante no gobierna con un programa acordado con los ciudadanos en unas elecciones, lleva a su país a una situación que bordea los límites del sistema democrático, porque está proponiendo de hecho una adhesión a ciegas con carta blanca para hacer una cosa y la contraria. Y para colmo, Pedro Sánchez dijo hace unos días que necesita diez años más de Gobierno. Inquietante.

Con estos antecedentes ¿quién le va a creer en las campañas electorales de este año?

  • Emilio Contreras es periodista