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En primera líneaEmilio Contreras

El PSOE tira la toalla

Sánchez pide el voto para Sumar porque ve en Yolanda Díaz a una dirigente dócil, seducida por los placeres de la burguesía y dispuesta a entregarle sus escaños para que siga en el poder. Pero hay estrategias «boomerang» que se pueden volver en contra

La trifulca entre Yolanda Díaz y Podemos ha empujado a varios ministros a terciar en el debate para dar su apoyo a la vicepresidenta del Gobierno. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, llamó a 'la izquierda a la izquierda del PSOE' a ir unida en las elecciones. María Jesús Montero, ministra de Hacienda, abogó por una referencia 'clara que no sea confusa' a la izquierda del PSOE. Y el presidente del Gobierno animó a sus adversarios de la izquierda: «Deseo que encajen todas las piezas». Era un llamamiento claro a Podemos para que se entregue a Yolanda Díaz.

Esta estrategia es el reflejo de un cambio radical en la historia del Partido Socialista. Nunca en cien años el PSOE ha pedido el apoyo para el Partido Comunista, su adversario electoral desde 1931. Es más, los socialistas acabaron absorbiendo a la mayoría de sus votantes tras la restauración de la democracia en 1977, como recordó Ramón Pérez-Maura en su columna hace unos días en este periódico. En las elecciones de octubre de 1982 el PCE quedó al borde de la extinción porque el partido de Felipe González engulló la casi totalidad de sus votantes y lo dejó reducido a solo cuatro escaños. El PSOE logró 202.

Las declaraciones de Pedro Sánchez y de sus ministros son la evidencia de que dan por perdidos los votos que están a su izquierda. Es el reconocimiento de su fracaso para ocupar ese espacio por primera vez en 46 años, y favorecen la creación de un recipiente electoral que los recoja para entregárselos luego por la puerta de atrás. Es más, no solo se resignan a perder los votos prestados sino también los de millones de votantes que durante decenios depositaron su confianza y fueron leales al PSOE. Por esa razón propician y estimulan el voto a favor de un partido situado a su izquierda con el que ya se han puesto de acuerdo. Y, además, llaman despectivamente 'viejo PSOE' al que consiguió hacer lo que ellos son incapaces de lograr ahora: aglutinar el voto de casi toda la izquierda.

¿Por qué piden el voto para Yolanda Díaz y no para Podemos? Porque a Pedro Sánchez le parece más dócil la fundadora de Sumar que los seguidores de Pablo Iglesias e Irene Montero. Yolanda representa a una izquierda entregada y seducida por los placeres de la burguesía. Antes la llamaban ‘izquierda caviar’ y ahora sería más adecuado llamarla 'izquierda milla de oro'. Aunque Yolanda Díaz tiene el carné del PCE, queda muy lejos de gentes como Marcelino Camacho, siempre con un sencillo jersey hecho por su mujer, un austero Simca color turquesa y su modesto piso en Carabanchel en el que vivió hasta sus últimos días. Nada que ver con la última generación comunista, seducida por los coches oficiales y los chalets en Galapagar.

Lu Tolstova

Ella se esfuerza en aparentar una independencia del PSOE que no tiene. «No pertenecemos a nadie», insistió el día de su presentación. Y la ministra de Defensa, Margarita Robles, trató de ayudarle diciendo que «Sumar es un proyecto de Yolanda Díaz». Nunca como en este caso viene tan al pelo recordar eso de «explicación no pedida, acusación manifiesta», porque es una evidencia que Sumar es el cesto diseñado para recoger los votos de la izquierda que el PSOE da por perdidos, y que Díaz le entregará en bandeja.

Hay que recordar a quienes están haciendo el cesto que, afiliada al Partido Comunista y a Comisiones Obreras, Yolanda Díaz comenzó su carrera política en Galicia con Izquierda Unida, luego pasó a militar con el nacionalista Beiras, más tarde se incorporó a En Marea y finalmente se unió a Podemos. Ahora abandona a Pablo Iglesias, que la sacó del anonimato y la hizo ministra, y se enfrenta a Podemos. Esta trayectoria es la mejor prueba de que sabe cambiar de vehículo para circular con éxito por los caminos que llevan al poder. Y no oculta que quiere ser «la primera presidenta [del Gobierno] de España». Los que desde el PSOE apoyan su proyecto deberían saber que hay estrategias 'boomerang' que se vuelven contra quienes las diseñan.

Hay un claro precedente en la historia reciente: el fracaso electoral de Joaquín Almunia en el año 2000, tras anunciar en campaña que pactaría con los comunistas de Izquierda Unida. Como consecuencia de ese anuncio perdió un millón y medio de votos que se fueron a la abstención. Y eso permitió a Aznar conseguir la mayoría absoluta con solo medio millón más de votos.

Pero hay otro hecho relevante: en la campaña de las últimas elecciones de 2019, Pedro Sánchez ocultó su pacto con Iglesias y los separatistas, y no obstante perdió 720.000 votos respecto a las celebradas seis meses antes. Ahora, tras anunciar que lo va a reeditar, lo previsible es que sus resultados sean peores. Sus derrotas contundentes de 2021 en Madrid y de 2022 en Andalucía son un aviso claro.

La historia de los últimos 45 años enseña que el PSOE ha tenido sus mejores resultados cuando ha sido un partido socialdemócrata, y que cuando se aleja de la socialdemocracia y pacta con los radicales, también se aleja del poder. Incapaz de hacer «un Felipe González», Sánchez ha optado por hacer «un Joaquín Almunia». Y ya sabemos lo que ocurrió después. Fue el primer paso del imparable declive del Partido Socialista.

  • Emilio Contreras es periodista