Cataluña. ¿Dónde están los buenos?
Estoy convencido que el día que Cataluña se mire al espejo y vea solo una reserva india o una aldea dentro de su propia empalizada, reaccionará
Ya en marcha la campaña electoral, toda España entra en ebullición con candidaturas, listas electorales, actos de presentación de líderes, propuestas, promesas y más promesas de brillos, luces y escenarios maravillosos. Eso es la democracia, los procesos electorales y el futuro de los próximos cuatro años en los que todo será según el color del cristal con que se mire.
Desde esta tribuna espero y deseo que todo sea para mejor, que vayamos dejando el timón del país en manos de quien debe estar y botemos unas chalupas para alejar de una vez de nuestras vidas a toda esa cuadrilla de indocumentados, ladrones, filibusteros y chupatintas que hasta ahora han estado mangoneando nuestra vida llenando sus alforjas con nuestro dinero, el de todos. El dinero público no es de nadie… Ministra dixit.
Pero pretendo tan solo ceñirme a Cataluña cuya autonomía está definitivamente perdida con un Gobierno en manos de un don nadie pequeñito, unas consejerías irrelevantes, una ausencia total de proyectos y el reloj del tiempo parado desde hace años, donde lo único que suena es la algarabía de voces que nadie escucha y mucho menos entiende.
No obstante, si se elige la política local y sobre todo el Ayuntamiento de Barcelona el panorama es aún más desolador como se verá.
Vayamos por partes: Tarragona, al margen de alguna vieja gloria ya periclitada y los vociferantes independentistas agotados, con permiso de grupos menores y quizás nada despreciables, tan solo emerge una figura de relieve con una personalidad y experiencia de las que todos añoramos como es María Mercé Martorell, que ojalá tant de bò en catalán, por una combinación y acuerdos pudiera hacerse con las riendas de la ciudad como debiera ser el sueño de los tarraconenses.
Gerona sigue definitivamente perdida a pesar del esfuerzo de partidos allí residuales pues es una plaza dura de roer con un karma que emite sus maleficios desde Bruselas. Malos augurios a excepción de un potente bastión serio, digno y sereno como es La Escala donde Eva Trías Coraje, todos quisiéramos que se pusiera al frente. Lo demás será todo territorio comanche.
Ni que hablar de Lérida donde gobierna, y probablemente seguirá, un elemento que no ha hecho nada nunca ni lo hará, que arrastra además un legado de destrucción y fracaso de cualquier responsabilidad que se la haya encomendado en su vida. Eso lo sabe todo el mundo que sepa algo de Lérida y sus instituciones.
Secundado además por una cuadrilla de ineptos y un amante del fotomatón sellado y fundido en las fotos de grupos, escenarios, photocalls y alfombritas, inauguraciones y entregas de premios. Todo ello con contrincantes irrelevantes o que dan verdadero miedo, la ciudad seguirá perdida en su ostracismo.
Tan solo queda por aquella zona la esperanza seria, con solera e inteligencia del Valle de Arán que siempre está donde corresponde marcando personalidad y territorio libre e independiente de criterio, por supuesto alejado conceptualmente de Cataluña y sus delirios.
Destacar grandes ciudades del área metropolitana con titulares y aspirantes que dejarán trágicas huellas en Madrid, los cuales deberían darnos verdadero miedo en los municipios, a excepción de dos bastiones en Badalona y Castelldefels que tienen claros ganadores Xavier García Albiol y Manu Reyes, doblando sus resultados siempre a los de todos los demás aspirantes pero que son automáticamente relegados en contra de la voluntad de la población por torticeros acuerdos de grupitos que andan a matarse entre ellos pero que al tintín del dinerito y el sillón se llenan de cordialidad. ¿Les suena?
Y Barcelona. Esa excapital, ciudad excosmopolita devenida hoy escaparate de la incultura, de la parálisis, la inseguridad y la violencia social y política, en la cual hasta la esperemos amortizada alcaldesa Colau, se ha atrevido a destrozarla urbanísticamente con el caos circulatorio provocado al manipular el entramado permeable de un Ensanche cuyo concepto todavía no ha entendido ni entenderá jamás.
Un señor Collboni, aspirante del PSC que ahora critica a la señora Colau por su nefasta gestión cuando lleva los últimos ocho años gobernando con ella como primer teniente de alcalde.
Seguidamente el clan de los ancianos Trías y Maragall, ambos casi nonagenarios cuyas enfermedades, las de uno, y capacidades intelectuales, las del otro, tienen al borde de un ataque de nervios al electorado barcelonés.
Y a todo ello se suma ese conjunto de opciones débiles o insignificantes que entre ellos van a robarse los votos como los carteristas del barrio del Raval, para conseguir así astillar las escasas opciones de acceso cerrando las posibilidades de obtención de una representación útil. Es una lástima que reyecitos y reinecitas de su casa se apedreen sin piedad cuando lo que deberían hacer es tomarse de la mano, olvidarse de sus egos y formar un bloque común.
Ese es el panorama que se nos presenta. Y quiero acabar como catalán, implorando a España y a los españoles, que somos todos, que el 28 de mayo se liberen el mayor número posible de territorios para el bien común y nuestro futuro porque estoy convencido que el día que Cataluña se mire al espejo y vea solo una reserva india o una aldea dentro de su propia empalizada, reaccionará.
Y nosotros que lo veamos.
- Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica