¿Miedo de qué?

Hace unos cuantos años apareció, no por generación espontánea sino alentado y financiado por obscuros intereses nacionales e internacionales, un movimiento que ocupó campamentos y espacios urbanos, medios de comunicación, nuestras calles, nuestras vidas y convivencia, que venía a protestarlo todo, a cambiar las cosas y a reventar nuestro país, asaltando el cielo decían también.

¿Tuvimos entonces miedo los españoles del rumbo que tomaban esos movimientos de mucha buena gente adoctrinados por un grupo de gurús y perroflautas? Creo que no, y si lo tuvimos callamos o nos pusimos de perfil.

Instalados sus líderes en las sagradas instituciones de nuestra nación cada día tragamos con esperpénticas tomas de posesión, vestimentas de payasos, grotescas actitudes y un lenguaje oficial insultante y barriobajero. Desde la esencia de nuestra democracia ejercieron la violencia callejera anunciando su voluntad de dinamitar nuestro duramente logrado progreso desmantelando el estado de derecho mientras destruían nuestros valores de convivencia, educación y paz.

¿Asistiendo a todo ello en directo y en telediario en casa y en la calle, tampoco al parecer tuvimos miedo de lo que se nos venía encima o cuando menos escondimos la cabeza bajo el ala permitiéndolo sin queja alguna generalizada?

Ocurrió después que un sátrapa rebotado de todas partes, inculto, obediente a las doctrinas totalitarias, pero muy listo, asaltara el Congreso de los Diputados y el Gobierno de la nación con una lícita pero esperpéntica moción de censura apoyada por todos los grupos sin excepción que pregonan el final de la nación española por medios golpistas o sangrientos incluyendo la vergonzosa, traidora y repugnante actitud del partido nacionalista vasco.

¿Y ante la cobardía del Sr. Rajoy y su gobierno dejando al país al pairo y sin rumbo ante el temporal, sentimos miedo los españoles o simplemente como los monitos pusimos nuestras manitas en ojos, oídos y boca, tapándonos bien tapados y apagando la luz?

Los últimos años hemos asistido a gobiernos incultos, enfermos extremistas, hermanos de terroristas y toda suerte de psicópatas, sentados en el circo del Consejo de Ministros en el carrusel que han convertido el palacio de la Moncloa donde las leyes se sortean en una tómbola, se dilapidan los fondos del estado con los responsables de nuestro futuro disfrutando de dulces alegrías subidos en el más caro y divertido tren ChuChú.

¿Los españoles no debiéramos haber tomado cartas democráticas ante tanta atrocidad y en vez de lamentarnos por las culpas que tuvieron los Rivera, Casado y demás protagonistas políticos del desastre, hoy ya fenecidos, con autoridad y firmeza de una gran mayoría social, acabar con todo ello?

Nos encontramos hoy, una vez destrozado el país con una total ruina económica, una indiscutible ruina técnica que en términos de arquitectura forense conduce a una ruina inminente de sálvese quien pueda. Hemos sobrepasado todos los límites de leyes antinatura, usurpación de todas las instituciones del Estado y degradación evidente de la clase política asumiendo en nuestras vidas la presencia de payasos de todos los colores y condiciones. El ridículo internacional es notable, aunque con los medios de comunicación comprados nuestro prestigio para la gente es todo luz y color de rosa.

El pasado 28 de mayo el pueblo español habló democráticamente en las urnas y ahora debemos acabar el trabajo y rematar el traslado de toda esa basura al vertedero.

¿Seremos capaces los españoles de hacerlo el próximo 23-J, por muchas mentiras, trampas y temores que los que se ven sin poder y en la calle nos infundan?

El Sr. Su Persona Sánchez ha tenido la osadía y la poca vergüenza de pactar con mil diablos, hacer con nosotros todas las diabluras que se le han ocurrido con un abuso extremo de la maquinaria que ha tenido en sus manos. Ahora demoniza que se pueda producir un cambio con pactos de derecha ideológica y constitucional.

¿No somos ya suficientemente maduros para haber perdido el miedo a las tragedias que parece se pueden producir con pactos de derechas que solo pretenden devolver al país a la senda de la cordura y la convivencia, devolviendo a su vez todo aquello que nos ha sido robado por esa pandilla de facinerosos/as?

No cabe en mente normal alguna que un falso relato de las izquierdas sanchistas, y esas sí son extremas, infunda un interesado y fraudulento temor a que los ciudadanos libres e iguales provoquemos un cambio de rumbo en el país con nuestros votos.

¿Como llevamos años viéndole las orejas al lobo, alguien se va a creer que unos desaprensivos nos asusten al grito de que viene el lobo?

Adelante pues con valentía y determinación con los pactos de las derechas que favorezcan el impulso y la energía a España de forma clara y rotunda, demostrando al escenario internacional nuestra firme voluntad de progreso y convivencia habiendo abandonado definitivamente aventuras ruinosas en lo material y sobre todo en lo espiritual de las personas.

Y déjenme acabar como he empezado.

¿Miedo de qué?

• Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica