La ausencia de un centro político en España
Solo un nuevo partido de centro impedirá que se mantenga y crezca la polarización en España, contribuyendo al equilibrio y a la moderación
España es una de las pocas democracias occidentales en las que no existe un partido de centro. Pero en las primeras elecciones generales democráticas de 1977 un partido creado dos meses antes, la Unión de Centro Democrático (UCD), ganó con un total de 6.310.711 votos y 165 escaños. La UCD superó en alrededor de un millón de votos al segundo partido más votado, el PSOE, que obtuvo 5.371.866 votos y 118 escaños. En las segundas elecciones, en 1979, prácticamente se repitieron los resultados, de manera que UCD logró 6.268.593 votos y 168 escaños, seguido del PSOE con 5.469.813 votos y 121 escaños. Todos los estudios realizados entonces, tanto por el CIS como por las empresas privadas, coincidían en señalar que la mayoría del electorado se consideraba de centro, y desde entonces el centro de gravedad ideológico se ha desplazado hacia el centro izquierda, donde sigue en la actualidad. Puede decirse que entre la UCD (la derecha moderada) y el PSOE (la izquierda moderada), sumaron más del 60 por ciento de los votantes en ambas elecciones, lo que sugería que la gran mayoría del electorado era de centro.
En solo 3 años, en 1982, la UCD perdió 5 millones de votantes (solo obtuvo 1.425.093 votos y 11 escaños), que se repartieron entre el PSOE y AP, pues estos partidos crecieron en alrededor de 4 millones de votos cada uno por comparación con sus resultados de las anteriores elecciones (incremento que procedía de las pérdidas de UCD y del incremento en el censo electoral –que aumentó en más de 3 millones entre 1977 y 1983–, y también en la participación electoral que pasó del 70 por ciento al 80 por ciento).
A partir de ese momento, los diversos intentos por establecer un partido de centro en España han fracasado siempre. En 1982 Adolfo Suárez, que había dimitido como presidente del Gobierno y de la UCD en 1981, fundó Centro Democrático y Social (CDS), que en las elecciones legislativas de ese año, obtuvo solo 604.309 votos y 2 diputados. Su mejor resultado fue el de las siguientes elecciones, en 1986, en las que obtuvo 19 diputados, bajando a solo 14 en 1989, y luego dejó de tener representación en el Congreso de los Diputados. En las elecciones de 1986 se presentó otra formación política con intención de ser un partido de centro, el Partido Reformista Democrático (PRD), liderado por Miguel Roca, pero no logró ni un solo escaño y desapareció.
El siguiente intento por establecer un partido de centro fue la Unión Progreso y Democracia (UPyD), fundado por Rosa Díez, Miguel Buesa, Fernando Savater y otros. Lograron un escaño en las elecciones de 2008, y 5 en las siguientes de 2011, con algo más de un millón de votos, pero desaparecieron después al no obtener representación parlamentaria en 2015.
El intento más importante hasta la fecha por establecer un partido político de centro ha sido, sin ninguna duda, el de Ciudadanos (C’s), creado en 2006 primero como partido en la comunidad autónoma de Cataluña, donde logró su mejor resultado en las elecciones autonómicas de septiembre de 2015, con 25 escaños y convirtiéndose en la segunda fuerza política de esa comunidad. La indecisión de Inés Arrimadas por presentarse a la elección como presidenta de esa comunidad marcó el principio del fin de ese partido en Cataluña. Pero al mismo tiempo Albert Rivera dio el salto a las elecciones legislativas nacionales, obteniendo su mejor resultado en las elecciones legislativas de diciembre de 2015, en las que logró más de 3,5 millones de votos y 40 diputados, convirtiéndose en el cuarto partido con más representación en el Congreso de los Diputados. Todavía en las siguientes elecciones de junio de 2016 recibió más de 3 millones de votos y 32 escaños, manteniéndose como la cuarta formación política. A partir de entonces ha ido perdiendo fuerza hasta llegar a las elecciones autonómicas y municipales de 28 de mayo de 2023 en las que no logró ni un diputado autonómico, de manera que casi se puede certificar su desaparición.
El fracaso de que no prospere un partido fuerte de centro puede atribuirse a que no existe la necesidad de un partido entre la derecha y la izquierda, a que no existe un electorado de centro, a que se ha impedido que exista dicha alternativa política de centro, o a la incapacidad política de sus líderes. Desgraciadamente, la ausencia de un partido de centro ha conducido a que tanto la derecha como la izquierda hayan recurrido a los partidos nacionalistas catalán y vasco cuando no tienen suficiente mayoría para consolidar un Gobierno. Pero precisamente esa razón justifica la necesidad de que exista un partido de centro, que haría innecesario el apoyo de partidos nacionalistas. Por otra parte, existe un electorado de centro, puesto que la mayoría del electorado se autocalifica como de centroizquierda y centro. Por tanto, parece que solo quedan la tercera y cuarta hipótesis, que se ha impedido que exista esa alternativa de centro, y el impedimento puede haber procedido de los partidos que se han beneficiado de su desaparición, PSOE, PP y de los partidos nacionalistas, o de la falta de financiación importante. O bien, los líderes políticos de esos intentos no han sabido mantener el equilibrio entre los partidos fuertes de izquierda y derecha. Pero los resultados descritos sugieren que existe un electorado de alrededor de 2 millones de votantes que en cada elección se inclinan por uno u otro de los dos grandes partidos nacionales.
La ausencia de un partido de centro ha facilitado la polarización del electorado en dos bloques, uno más conservador y de derechas, otro más progresista y de izquierdas. Y los partidos nacionalistas, que podrían haber jugado el papel de equilibrar la vida política entre los dos bloques, se han alineado con el bloque de izquierdas, contribuyendo a la polarización. Solo un nuevo partido de centro impedirá que se mantenga y crezca la polarización en España, contribuyendo al equilibrio y a la moderación.
- Juan Díez Nicolás es académico de número de la Real de Ciencias Morales y Políticas