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En primera líneaRamón Pi

Warren Sánchez Pérez-Castejón

Este hombre se mueve en la confusión como pez en el agua, y si las aguas están cuanto más turbias y agitadas, mejor

Unos amigos, gente culta, razonable y poco extremista, me preguntaron en una conversación informal si, en mi opinión, había habido alguna forma de pucherazo en las elecciones legislativas últimas. Yo les contesté que si querían una respuesta telegráfica les contestaría que no está probado, pero me maliciaba que querían una contestación algo más matizada, que paso a resumir a continuación.

Hay que atenerse a los principios generales del derecho, que establecen que todos son inocentes mientras no se demuestre lo contrario, así que mientras no haya pruebas del pucherazo hay que presumir que no lo hubo. Esta es la doctrina general, favorecedora de la convivencia, y anterior al cristianismo, por si alguno teme ser víctima de un prejuicio religioso de la derecha derechona y extrema extremosa. En el derecho procesal romano tenemos hasta un dictum: In dubio pro reo. En caso de duda hay que estar a favor del procesado o del sospechoso.

Sin embargo, la pregunta no es gratuita ni procede de prejuicio ninguno. El candidato socialista da muchos signos que permiten la conjetura, porque tiene antecedentes: el 1 de octubre de 2016 era secretario general del PSOE, y en el transcurso de un Comité Federal del partido fue sorprendido con una urna pirata escondida tras una mampara (El Periódico, poco sospechoso de ser contrario a la izquierda, hablaba de tres urnas) y el inicio de una votación sin garantías, lo que provocó una escandalera monumental que derivó en su dimisión como secretario general, pero no su expulsión del partido, a cuyo máximo cargo volvió año y medio después. Pero a él sí que le pudieron probar lo de la urna del pucherazo porque lo había perpetrado a la vista de todos, y la reacción de la militancia después de aquel suceso bochornoso y su regreso a la secretaría general nos sugiere el grado de falta de remilgos democráticos de esa formación política.

Lu Tolstova

Este episodio permite deducir sin mucho temor a errar que este hombre se mueve en la confusión como pez en el agua, y si las aguas están cuanto más turbias y agitadas, mejor. Le gustan el barullo, las originalidades y los resquicios y las grietas por donde colarse para conseguir sus propósitos; el hecho de que no tiene escrúpulos para lograr el poder y mantenerse en él viene confirmado por la sarta de mentiras con que confeccionó el llamado Gobierno Frankenstein. La convocatoria electoral para finales de julio en plenas vacaciones, más el desconcierto de los votos por correo, dan una idea de las quiebras en las rutinas de los procesos electorales, que en circunstancias normales deberían aparecer libres de toda sospecha. Ahí, en esa confusión, es donde se mueve mejor el personaje.

Otro suceso original se ha producido en estos comicios: normalmente, desde que el Gobierno decidió que José Félix Tezanos se hiciera cargo del Centro de Investigaciones Sociológicas CIS), lo que ocurría era que las empresas de sondeos y encuestas daban cada cual sus previsiones, y la nota disidente (y más favorable al Gobierno) la ofrecía precisamente el CIS; pero en esta ocasión, por el contrario, no ha ocurrido así, sino exactamente al revés: el CIS ha clavado prácticamente el resultado, y todas las empresas de sondeos se han equivocado de medio a medio. Una casualidad tan llamativa puede hacer que los más suspicaces piensen que algo muy raro ha pasado en esta consulta, aunque nadie pueda decir que haya habido pucherazo.

Por otra parte, hoy también sabemos que hubo un enorme pucherazo en las elecciones generales de febrero de 1936 que dieron ganador al autollamado Frente Popular (que por lo visto no era tan popular; es como la Alemania comunista, que se llamaba «República Democrática» por esa manía de la izquierda de mentir hasta en los nombres de las cosas). Pero han tenido que transcurrir más de 80 años para que Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa se tomasen el paciente trabajo de desentrañar con pruebas y datos las irregularidades y los pucherazos que presidieron aquellos comicios. A buenas horas, mangas verdes: mis amigos de hoy no querían esperar 81 años para hacerme la pregunta con que empiezan estas líneas.

Me viene a la memoria el recuerdo de Les Luthiers, en su número del charlatán sectario Warren Sánchez (caramba, qué coincidencia) y los jóvenes que consumían droga: «Dicen: yo sólo quiero probar. Y prueban esto, prueban aquello, prueban lo de más allá... ¡Que aprendan de Warren, que nunca le han podido probar nada!».

  • Ramón Pi es periodista