Hombres de negro
Amnistía y continuidad del régimen constitucional van indisolublemente de la mano, de lo contrario, la democracia entera quedaría deslegitimada con efectos devastadores
Muchos lectores recordarán la primera película de la saga Hombres de Negro (Men in Black, 1997) en la que los agentes especiales K y J (Tommy Lee Jones y Will Smith) utilizaban en algunas escenas un peculiar dispositivo plateado y de aspecto alargado, llamado Neuralyzer, que emitía un rayo de luz que borraba la memoria reciente de los testigos accidentales de encuentros con extraterrestres. Ya ven, hay veces en la vida en las que estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado puede jugarnos una mala pasada. Presenciar o adquirir directo conocimiento de algo nos convierte en testigos, en prueba de la verdad de algo. Y si esa verdad incomoda a otros, circunstancia que ocurre con frecuencia, es cuando nos convertimos en testigos de cargo necesitados de protección para que la verdad no desaparezca con nosotros.
Según su raíz griega, amnistía tiene una connotación de olvido más que de perdón, propio del indulto, medida de gracia (la del indulto) que presupone siempre una conducta ilícita reprochable que permanece intacta en nuestro recuerdo, sin lesión ni menoscabo, a diferencia de la amnistía, que supone el olvido del acto delictivo cometido, es decir, la inexistencia para el Derecho de esas conductas ilícitas jurídicamente ciertas al estar debidamente probadas. La amnistía es abolición, olvido, sepultura; en tanto que el indulto es perdón, indulgencia, piedad.
Nos encontramos ante una verdadera amnesia del ordenamiento jurídico frente a la realidad de unos hechos incómodos para unos pocos por delictivos: la Ley, en el lugar equivocado, en el momento equivocado es testigo de conductas reprobables. Con sus artimañas podrán (no creo que lo consigan) Sánchez y Puigdemont cegar la memoria de nuestro Estado de derecho pero nunca podrán borrar la nuestra, la de millones de españoles que fuimos testigos directos de los delitos del «procés» que desembocaron en el sedicioso golpe del 1 de octubre. Por eso, como acertadamente tituló Javier Cercas, No habrá amnistía.
Para no entrar en el fondo del asunto, los independentistas, el PSOE y sus antenas mediáticas, han desviado la atención centrando el debate en las diferencias entre el indulto y la amnistía y en el encaje constitucional de esta última, cuestiones complejas y muy técnicas que a nadie (no jurista) importan. Como muy bien ha explicado estos días un Alfonso Guerra en plena forma, se trata de una polémica tramposa que solo busca que no nos hagamos las preguntas previas y pertinentes como son si la amnistía es justa, si la merecen sus beneficiarios, si significa un progreso democrático o un retroceso histórico…
Como botón de muestra de esta estrategia tramposa, lean la entrevista en elDiario.es al prestigioso jurista Requejo Pages, reconocido experto en lo que se ha venido en llamar el derecho de gracia, con el titular La amnistía no es inconstitucional. Sin embargo, la entrevista nos deja varias perlas de Requejo Pages despreciadas por el periódico digital: «(…) La amnistía de la que ahora se habla afectaría a delitos cometidos con el propósito de dar un golpe de Estado y la única contabilidad que aquí cabe sería la de calcular el beneficio que su concesión supondría para la pervivencia y la integridad del orden constitucional. Esto hace que sea inexcusable una garantía cierta por parte de sus beneficiarios en punto a su voluntad de someterse a la Constitución. En otro caso, la amnistía no sería un instrumento para asegurar la continuidad del régimen constitucional, sino un estimulo para tratar de quebrarlo en el futuro. (…) Sus efectos pueden ser devastadores en términos de deslegitimación del sistema, si no se acierta a justificarla como es debido.» (El destacado es mío).
Amnistía y continuidad del régimen constitucional van indisolublemente de la mano, de lo contrario, la democracia entera quedaría deslegitimada con efectos devastadores. ¿Los agentes especiales S (Pedro Sánchez) e Y (Yolanda Díaz) tienen garantías de que no quebrantarán nuevamente nuestro orden constitucional? ¿Tienen Junts y ERC la voluntad futura e irrevocable de someterse a la Constitución española? ¿Pretenden los beneficiarios de la amnistía, una vez borrada la memoria del Estado de derecho, dar un nuevo golpe de Estado, que sería inédito a los ojos de una Ley amnésica?
Tantas mentiras estos años, tantas cacicadas (acertada expresión de Feijóo), tanto uso indiscriminado y sin escrúpulos del Neuralyzer han provocado que el dispositivo plateado se haya quedado sin sus balas de luz, además de que hartos de tanta exposición, los españoles nos hayamos hecho inmunes. Los agentes especiales no lo saben y por eso intentarán pulsar (inútilmente) el hoy gastado e inservible botón, acción que los retratará y pasará factura porque seguiremos siendo testigos de cargo de lo acontecido y la verdad se abrirá paso en nuestras memorias y en nuestro ordenamiento jurídico. Tras el deseable fracaso (hoy poco previsible) de la investidura de Sánchez, los españoles con nuestra memoria incólume y nuestros votos limpios mandaremos a los Hombres (y Mujeres) de Negro a las tinieblas exteriores.
Acuérdense, no lo borren, por favor, el olvido puede convertirse en un arma de destrucción masiva.
- Pablo Calvo-Sotelo es abogado