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En primera líneaGonzalo Cabello de los Cobos Narváez

La cadena perpetua es necesaria

Si una persona es capaz hacer lo que ha hecho este violador, esa persona ha perdido automáticamente todos los derechos que tenía. Ya no es apto para la sociedad y debe ser castigado con la mayor severidad y de forma permanente

El aumento de noticias desagradables durante estos días me ha sumido en una especie de trance informativo del que cada vez me cuesta más salir. Por un lado, me gustaría desintoxicarme de toda la basura que se acumula en mi cerebro, pero por otro, sé que no puedo hacerlo debido a que gran parte de mi actividad profesional consiste en analizar lo que está sucediendo en la actualidad. Estoy irremediablemente atrapado.

Y no crean que es una situación fácil. Tengo muchos amigos que abiertamente me han dicho que, ante la situación política de extrema gravedad que atraviesa España, han optado simplemente por evadirse y no ver ni oír nada. Ahora, según ellos, «son mucho más felices». Y me lo creo.

Ayer mismo me topé con una de esas noticias que hacen que te replantees la propia existencia del ser humano sobre la tierra. Uno de esos sucesos que hacen que tu sangre ebulla y tu corazón bombee rápido clamando una venganza rápida, atávica y sangrienta. Siento tener que contárselo, pero creo que es necesario para que comprendan lo urgente de la cuestión de fondo que quiero transmitirles.

Al parecer, un pedófilo de Madrid ha sido arrestado por violar a su propio bebé, grabar la fechoría y compartirlo a través de foros de oscura naturaleza. Y no solo se contentaba con esa aberración, sino que además este hijo de puta ofrecía a su propia hija a través de las redes sociales para que otros malnacidos como él se aprovechasen de la vulnerabilidad de la criatura y participasen junto al padre en las violaciones.

La historia de este caso está llena de detalles escabrosos que no aportarían nada a su criterio y que, por pudor, prefiero no compartir. Solo me gustaría mencionar y agradecer el trabajo que ha llevado a cabo la Policía Nacional desde la Unidad de Ciberdelincuencia; una penosa y necesaria labor que ha permitido que este degenerado esté hoy en día en la cárcel. De verdad, no me quiero ni imaginar lo que ha debido suponer para estos agentes visualizar el horrible material que este sujeto tenía en su móvil. En fin… Gracias.

Lu Tolstova

Lo que no me cabe en la cabeza es cómo este tipo estaba en libertad si ya le habían arrestado en dos ocasiones por posesión y distribución de pornografía infantil. Encarcelarlo antes probablemente hubiese supuesto salvar a la niña de sus salvajadas y ahorrarle los más que probables traumas que la pobrecita arrastrará de por vida. No lo puedo comprender.

Para empezar, no sé cómo en España no existe un registro de pederastas que sea totalmente público. La sociedad tiene derecho a saber si su vecino de enfrente es un violador de niños reincidente, ¿no les parece? Es verdad que tenemos un Registro Central de Delincuentes Sexuales, pero como el propio Ministerio de Justicia indica en su web es «un sistema de información no público» al que solo tiene acceso el Ministerio de Justicia, jueces y tribunales, Ministerio Fiscal o la policía judicial.

Esta falta de transparencia se debe a un sistema, según mi opinión, demasiado garantista en el que el derecho de reinserción de las personas que han cumplido su pena (aunque se trate de un depredador sexual sin cura), así como su derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen prevalecen siempre, al parecer, sobre la seguridad de los ciudadanos.

Pero yo voy mucho más allá y me pregunto si los castigos contemplados en el Código Penal para este tipo de hechos aberrantes y sin solución son suficientes. Es cierto que la reinstauración en nuestro ordenamiento jurídico de la Prisión Permanente Revisable fue un paso importante para progresar en el sentido en el que creo que la gran mayoría de la sociedad quiere avanzar, pero aun así no me parece bastante castigo teniendo en cuenta que a los 25 años el reo en cuestión tiene la posibilidad de volver a salir a la calle, independientemente de lo que haya hecho. Si en la cárcel se porta bien, juega al ping-pong y engaña al psicólogo de turno, un asesino depredador puede quedar en libertad sin que nosotros tengamos ninguna capacidad para hacer nada al respecto.

Yo me opongo frontalmente a esto. Ante unos delitos como los que he descrito en este artículo, estarán de acuerdo conmigo en que no debe existir la capacidad de «revisar» nada. En estos casos la piedad no tiene cabida. Este sujeto debe ser metido en un agujero profundo de por vida sin posibilidad alguna de ver la luz del sol.

Si una persona es capaz hacer lo que ha hecho este violador, esa persona ha perdido automáticamente todos los derechos que tenía. Ya no es apto para la sociedad y debe ser castigado con la mayor severidad y de forma permanente. Ante un panorama como el actual, en el que este tipo de seres aberrantes no hacen más que aumentar, la cadena perpetua es más que necesaria.

  • Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista