España en el País Vasco
El PNV podrá competir con Bildu en radicalidad independentista, pero la ETA política siempre le ganará la partida, mataron por ella
Dentro de unos meses se celebrarán elecciones autonómicas en el País Vasco. Aunque la atención nacional estará puesta en comprobar si Bildu se alza con el santo y la limosna expulsando al PNV fuera de Ajuria Enea, hay otra circunstancia, no menor, que conviene atender. Es la presencia de España en el País Vasco, no la del Estado y su Administración, que también, sino la de los partidos que, en teoría, defienden la españolidad de las provincias vascongadas.
El pasado 28 de octubre, en el mismo comité federal del PSOE que aplaudió en pie la amnistía de Sánchez el felón, se aprobó también designar candidato a Lehendakari al secretario general del PSE. Un candidato que, de ahora en adelante, se dedicará a deshojar la margarita entre Urkullu y Otegi. Resulta por tanto evidente que poco o nada puede esperarse para España de un partido que se ha dedicado en el País Vasco, de manera habitual, a ser mera comparsa del nacionalismo.
Descartada pues la participación del PSE, conviene saber cuál será la posición de la derecha en el País Vasco en esta cuestión, especialmente la del PP, pues Vox todavía carece de representación suficiente para resultar determinante. El 4 de noviembre el PP celebra en Vitoria su decimosexto congreso regional y tras ser desvelada la identidad del candidato a presidirlo, han sido varias las opiniones publicadas que han avanzado las líneas maestras de por dónde caminará esta formación. Las más recientes de su presidente nacional hablan del «PP del País Vasco y no del PP en el País Vasco, un partido que no será dirigido con un mando a distancia desde Madrid» –por cierto, autonomía al margen, no alcanzo a ver el inconveniente de fijar y respetar el diseño de la política nacional desde un partido nacional–. Desde el País Vasco otros portavoces se refieren a la identificación con «la tradición vasca» y con «el foralismo y el concierto económico» y en presentarse como «defensores del autogobierno». En definitiva, un partido que pone más el acento en las peculiaridades que en lo común, pese a que, si en algo insistió Feijóo de manera machacona en su investidura, fue en la igualdad entre todos los españoles.
Ante el riesgo que amenaza nuestra unidad con amnistías y consultas independentistas, quizá España en el País Vasco necesita una menor exaltación de nuestras particularidades, que por otra parte todas las regiones de España tienen o han tenido, y una mejor y mayor defensa de lo que nos une al resto de españoles. Elementos comunes como la garantía de la enseñanza del castellano o la defensa de una historia común alejada de la falsedad y el adoctrinamiento. Tampoco estaría de más recordar que, pese al privilegio del concierto económico, constitucional sí, pero privilegio, los vascos podemos mantener nuestro alto bienestar gracias a la solidaridad del resto de españoles –el déficit de las pensiones vascas, 4300 millones de euros, se llevaría el 30 por ciento del presupuesto del Gobierno Vasco haciendo inviable la autonomía–.
El PNV podrá competir con Bildu en radicalidad independentista, pero la ETA política siempre le ganará la partida, mataron por ella. El PP podrá esforzarse también por ser considerado tan o más vasco que el PNV, algo evidente, pero electoralmente nunca resultará vencedor en esta disputa, los nacionalistas vascos juegan con «ventaja», no se sienten españoles. Hoy, por mucho que se esfuerce el separatismo en denunciar lo contrario, la identidad vasca no corre peligro alguno dentro de España, lo que sí está en juego es la presencia de España en el País Vasco, quizá incluso su desaparición definitiva. Siendo así, parece más sensato insistir menos en la diferencia y esforzarse más en cuidar lo común.
- Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco