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En Primera LíneaMariano Gomá

L’home dels nassos

Ahora asistiremos a la celebración común, esa sí de todos los españoles cristianos, de la llegada de los Reyes Magos en sus camellos, caballos, elefantes, barcos , trenes, carrozas y lo que convenga para hacernos felices a todos, grandes y chicos como los grandes fuegos artificiales de fin de la Navidad y el Adviento

Se acabó la Navidad con todos los sabores y sinsabores que nos tocan cada año y sumergidos ya en el periodo de la correspondiente cuesta de Enero que también cada año cuesta más atravesar, en pleno relajo de pitos, flautas, gorritos y espantasuegras, no quiero dejar de recordar una entrañable tradición navideña en mi tierra catalana, o al menos en mi familia, como era entre otras particularidades el llamado Home dels nassos y consistía en la leyenda de un anciano al que durante todo el año le iba creciendo sin remedio la nariz y el día 31 de diciembre la tenía insoportablemente grande y roja hasta que finalmente se le caía y el 1 de enero le empezaba a crecer de nuevo, por lo que hoy lleva ya una pequeña prótesis incipiente, como la de pitiminí de la fantoche Pedroche además de las que presenta ya de artificial.

Lu Tolstova

Ese anciano visitaba las casas por la tarde de fin de año repartiendo regalitos sencillos y golosinas, y vestido de frac, presentaba a los niños una nariz enorme, rojiza, venosa y ganchuda a punto de su desprendimiento. No como otras que no se desprenden ni a tiros...

Eran risas, admiración y un profundo respeto por el personaje y la tradición familiar, aunque visto al menos por mi parte, en España nos atenaza un home dels nassos al que lamentablemente no se le cae la nariz a final de año y le sigue creciendo pavorosamente de tal forma que efectivamente hay que afirmar que Pinocho era un simple y pequeño trocito de madera. El problema es que esa dimensión nasal en su deformidad y en según qué personas puede provocar el vuelco del sistema estable español.

Bella y cariñosa tradición que hoy recuerdo de tiempos que se fueron de mi mente infantil, aunque permanezca siempre en mi ilusión como un valor humano imperecedero.

Ahora asistiremos a la celebración común, esa sí de todos los españoles cristianos, de la llegada de los Reyes Magos en sus camellos, caballos, elefantes, barcos, trenes, carrozas y lo que convenga para hacernos felices a todos, grandes y chicos como los grandes fuegos artificiales de fin de la Navidad y el Adviento.

Sería muy fácil escribir mi carta de deseos para los tiempos que nos esperan y cada cual en sus sueños tendría que poder desear libremente por lo que no es mi intención de interferir en cada cual, pero sí me veo capaz de lanzar un mensaje a la Estrella de Oriente que se supone guía a sus majestades a sus destinos, empezando hoy por la cruel y sangrienta guerra en donde precisamente tuvo lugar el origen del cristianismo. Después en los próximos días visitarán nuestros hogares donde esperaremos con ansiedad que se llenen nuestras zapatillas de cosas buenas.

Y a esa estrella sí quiero que le lleguen mis deseos siendo el primero y más importante la libertad, libertad para pensar, ejercer de ser humano y desterrar de nuestra vida la opresión, las cadenas doctrinales ideológicas, los secuestros y autoritarismos perversos y malignos que hoy día en nuestro país tienen acomodo conducidos por un demente a quién acompañan una banda de malandrines y mercenarios de distinto, pero idéntico podrido pelaje.

Tan solo llevándonos a la libertad encontraremos la verdad de nuestros valores como ciudadanos españoles hoy secuestrados y encerrados en las mazmorras de la mentira y la falsedad. Un pueblo encarcelado y lleno de amargura es triste por mucho que sea seducido por la mentira y las promesas de un falso e inexistente edén llenando la nada de bisutería barata y el humo de un alarmante vacío social, económico y cultural. Pero ese pueblo encarcelado es peligroso porque se acabará liberando, toda la pesadumbre será energía y llenaremos de olvido y desprecio a nuestros carceleros y verdugos.

Esa verdad recuperada traerá consigo la confianza en nosotros mismos, en nuestras instituciones básicas, en los pilares fundamentales de la nación poblando nuestras referencias de las mejores y brillantes personas al frente de un timón hoy sin rumbo. Por supuesto con los restos llenaremos los vertederos de residuos y escoria condenados al silencio, la oscuridad y la nada.

Con la libertad, los valores y la verdad por delante, protegidos de nuevo por nuestras instituciones, estado de derecho y confianza en la justicia que garantice nuestra igualdad como ciudadanos veremos crecer lo que nos une olvidando aquello que nos separa, recuperaremos la veracidad en la información hoy depositada en una siniestra oficina de empeños para limpiar y ventilar nuestras vidas.

Y esa estrella mostrando el camino de la libertad, los valores, la verdad y los secretos de la convivencia en paz, alumbrará entonces el horizonte de un país unido y en progreso para mirar con confianza y seguridad a Europa y al mundo. Y créanme que también nos lo agradecerán.

Venturoso año 2024.

  • Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica