Navarra: de aquellos polvos, estos lodos
Ahora, cuando los socialistas han conseguido su objetivo, tienen una UPN debilitada y sin «el lastre del PP», han apoyado la moción de censura, les han arrebatado la alcaldía de Pamplona y se la han entregado a Bildu
El 27 de mayo de 2007 se celebraron elecciones forales en Navarra en las que el PSN-PSOE fue la tercera fuerza política. Sus 12 escaños valían oro pues podía decidir quién iba a ser presidente de Navarra: si seguía UPN, que con CDN sumaban 24, o si ponía en marcha un «gobierno de cambio» junto con IU y NaBai, liderada por el batasuno Patxi Zabaleta, que sumaban 26 parlamentarios.
El 1 de junio, la ejecutiva del PSN-PSOE acordó iniciar negociaciones para alcanzar un gobierno alternativo, para lo que celebró varias reuniones con NaBai e IU, alguna convocada con el máximo secreto en Villanovilla (Huesca), empeño en el que se mantuvo hasta finales de julio, un tiempo en el que, a su vez, el número 2 del PSOE, José Blanco, se reunió en varias ocasiones con el presidente de UPN, Miguel Sanz, para negociar la reelección de este.
El 30 de julio, el secretario general del PSN-PSOE, Carlos Chivite (tío de la actual secretaria general, María Chivite) hizo públicas siete condiciones que debían darse para que los socialistas pudieran colaborar con UPN. Una de ellas decía así: «Que UPN rompa el pacto político, electoral e institucional que mantiene desde el año 1991 con el Partido Popular …». Algo en lo que nadie reparo entonces, por parecer descabellado, ya que suponía finiquitar la fórmula de éxito alcanzada en 1991 por la que el PP desapareció en Navarra, se integró en UPN y la nueva UPN surgida de ese Pacto estable de colaboración se convirtió en el partido más votado y, desde entonces, salvo el paréntesis de un Tripartito (1995-1996) dirigía los destinos del Gobierno de Navarra y de los principales ayuntamientos de la comunidad foral.
¿Admitió entonces Miguel Sanz las siete condiciones impuestas por los socialistas? El sabrá. El hecho es que, el 3 de agosto, la dirección nacional del PSOE acordó, en lo que se denominó ‘el agostazo’, impedir el «gobierno de cambio» al tiempo que anunció que posibilitaría el acceso de UPN al Gobierno. Después, los socialistas se abstuvieron en su investidura y, el día 17, Sanz tomó posesión como presidente.
Un año después, el 4 de septiembre de 2008, los socialistas le pasaron el «cobrador del frac» y le exigieron que UPN se desmarcara del Partido Popular y apoyara los Presupuestos Generales del Estado, algo que entonces José Javier Uranga –‘Ollarra’– dijo en Diario de Navarra que: «La petición del PSN a UPN para que apoye los presupuestos del Estado me parece un descaro político con amago de chantaje». Pero Sanz tomó el guante y, el 23 de octubre, el desmarque de un diputado navarro en el Congreso, siguiendo sus directrices, hizo añicos el pacto, quebrándose así el liderazgo político y social que el centroderecha tenía en Navarra desde hacía 18 años. Sanz siguió de presidente hasta 2011. Le sucedió en el puesto Yolanda Barcina, con un gobierno agónico de UPN hasta 2015, y, desde entonces, ya ha habido tres gobiernos de «progreso» con UPN en la oposición.
Desde 2008, UPN se ha orientado hacia el PSOE y, con la ‘teoría del quesito’: «Menos PSN igual a más NaBai y a menos Navarra», ha fijado su estrategia de desmarque del PP, con el que siguió concurriendo juntos a las elecciones generales, porque sin él sabía que nada podía hacer en esos comicios, logrando así para el centroderecha dos diputados y tres senadores, pero desdeñándolo en las forales y municipales, confiando lograr el apoyo de los socialistas. Pero, después de que en 2015 estos los ignoraran, en 2019 se avinieron a concurrir, junto a PP y Cs, en Navarra Suma, algo que cuatro años después rompieron apoyándose en una encuesta que habían encargado, que les decía que si acudían con sus siglas atraerían más apoyos, por ejemplo, de socialistas, y que Vox obtendría menos respaldo. Esos vaticinios fueron desmentidos por las urnas en mayo de 2023, pues el centroderecha se debilitó, pasó de 20 a 18 escaños, Vox irrumpió en la Cámara Foral y, aunque entre UPN y PSN-PSOE sumaban 26, mayoría absoluta, y aquella no tenía «el lastre del PP», los socialistas prefirieron a Bildu para formar Gobierno.
Días después, aunque los votantes clamaban por la unión del centro-derecha en las generales de julio, UPN, basándose en sus resultados de mayo, decidió ir sola porque, decía, «vamos a ser la primera fuerza con 2 diputados y 3 senadores». Las urnas les volvieron a desmentir, pues pasó a ser la tercera fuerza, el centro-derecha logró 2 diputados (1 PP y 1 UPN) y una senadora, que salió gracias a los votos de Vox, con lo que perdió dos senadores.
Pero la debilidad de UPN no sólo se debe a la ruptura con el PP sino a que en estos últimos años no ha sabido integrar a sus afiliados. Prueba de ello es que todos los que fueron candidatos a la presidencia de ese partido y no salieron elegidos en los últimos congresos, y alguno que fue secretario general, hoy militan en otras siglas.
Por eso, ahora, cuando los socialistas han conseguido su objetivo, tienen una UPN debilitada y sin «el lastre del PP», han apoyado la moción de censura, les han arrebatado la alcaldía de Pamplona y se la han entregado a Bildu. No hay duda que de aquellos polvos que se han amontonado desde 2008 vienen estos lodos.
- José Ignacio Palacios Zuasti fue senador por Navarra