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En primera líneaGonzalo Cabello de los Cobos Narváez

Bukele, Milei y después…Díaz-Ayuso

Si Feijóo no sirve para sacarnos de la severa situación que atravesamos y Abascal tampoco, ¿quién podría liderar nuestras esperanzas?

Entiendo su frustración. Yo también la siento. Todos los días leemos noticias que hacen que evoquemos aquellos tiempos en los que podías retar a alguien a un duelo al amanecer sin consecuencias. El panorama no es muy halagüeño, la verdad. Pero siempre hay esperanza. Y hoy, para variar, voy a intentar explicarles cuál es la mía en materia política.

Primero, deben tener en cuenta que siempre se puede estar peor. El camino que estamos recorriendo ahora, por muy terrorífico que parezca, ya lo han recorrido otros países. Argentina, por ejemplo, con décadas a sus espaldas de latrocinio clientelar como principal política pública es un claro ejemplo de ello. Y El Salvador, ese diminuto país de Centroamérica secuestrado durante años por las sanguinarias maras, es otro buen ejemplo.

Pero ambos países, cada uno con sus evidentes diferencias, han sabido decidir y han decidido salvarse. Y aquí no cabe engañarse. Su salvación no ha venido por una especie de sortilegio que, de repente, ha insuflado sentido común a argentinos y salvadoreños. No, el cambio no ha venido por ahí.

Nayib Bukele y Javier Milei pueden gustar más o menos, pero lo que es innegable es que han sido ellos y nadie más los que han conseguido que el cambio con el que una gran mayoría de sus compatriotas soñaban se materializase en realidad.

Lu Tolstova

¿Y eso cómo lo han conseguido? Se preguntarán algunos de ustedes. Para mí la respuesta es clara: con un liderazgo fuerte.

Fíjense en ambos líderes. Son muy distintos. Mientras que Nayib Bukele es elegante y pausado en sus formas, Javier Milei es pasional, vehemente y hasta barroco. Pero siendo tan opuestos en sus maneras, coinciden en una característica fundamental que los ha llevado al éxito más absoluto e impensable: el carisma.

El carisma es un don que gana elecciones. Y no, que no les engañen los farsantes emocionales tan de moda últimamente. El carisma ni se entrena ni se estudia: se tiene o no se tiene.

Milei ha ganado las elecciones en Argentina porque es él y porque a la gente le fascina. Claro que tiene un proyecto interesante, pero buenos planes los tenemos todos y la gran mayoría de nosotros solo tenemos la capacidad de clavar las uñas en el sofá mientras vemos lo que hacen nuestros políticos. La cuestión principal es cómo hacer que esos planes, por ejemplo, el liberalismo económico, los represente una persona y que esa persona consiga transmitírselo a la gente e ilusionarla. Esa es la clave.

Con Nayib Bukele ha sucedido lo mismo, pero con más énfasis si cabe. El presidente Bukele ha sido capaz de derrotar al régimen de violencia que asolaba El Salvador y cambiarlo por un modelo de país que hasta hace muy poco solo era una utopía. ¿Y cómo lo ha hecho? Con carisma.

Y entonces yo me pregunto, si Nayib Bukele ha acabado con las pandillas salvadoreñas y Javier Milei ha derrotado al kirchnerismo gracias a su carisma, ¿quién puede representar las esperanzas de miles de ciudadanos hartos de que el señor Pedro Sánchez descuartice España?, ¿quién tiene el carisma suficiente para despertar la ilusión de los españoles una vez más?

El señor Feijóo no. Lleva ya un tiempo como presidente del Partido Popular y no parece que convenza mucho. Es un líder para tiempos tranquilos. Un burócrata eficiente. ¿Y Santiago Abascal? Tampoco lo creo. En un principio, cuando su equipo de comunicación lo presentaba a caballo galopando por las dehesas, muchos pensaron que por fin había llegado el líder que España necesitaba, pero lo cierto es que se ha ido deshinchando con el tiempo. Él y Vox. Entiendo que me pueden caer muchos palos por esto que les digo, pero es la verdad. Y la verdad, a veces, duele, qué quieren que les diga.

Por tanto, si Feijóo no sirve para sacarnos de la severa situación que atravesamos y Abascal tampoco, ¿quién podría liderar nuestras esperanzas? Alguien nuevo pensarán algunos. Y no es una mala idea. Pero ese alguien, por lo crítico de nuestra situación, debería hacer acto de presencia inmediatamente. Pero y si no aparece, ¿quién puede llevarnos hacia la victoria contra el sanchismo voraz y destructor?

Ustedes y yo sabemos que esa persona es Isabel Díaz Ayuso. Ha demostrado sobradamente sus cualidades y se ha enfrentado a todo lo inimaginable saliendo siempre vencedora. Y eso que lo ha tenido todo en su contra. El Gobierno central y su propio partido han querido acabar con ella desde que asomó la cabeza. Pero ahí sigue, invicta. Que no les engañen con ese argumento cocinado por Génova que dice que Ayuso nunca podría vencer fuera de Madrid. Es el típico razonamiento barato de asesor atemorizado que carece de fundamento.

Yo, como madrileño, podría ser egoísta y decirles que Isabel Díaz-Ayuso pertenece a Madrid. Pero, lo cierto, es que antes que madrileño soy español. Por eso, quiero que mi país tenga lo mejor. Y esa excelencia hoy solo la representa ella. La única con el carisma suficiente para derrotar a Pedro Sánchez y la única a la que él verdaderamente teme.

Ha llegado el momento de que el señor Feijóo se eche a un lado y deje a Isabel Díaz-Ayuso liderar el Partido Popular. España la necesita.

  • Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista