Activista cultural
Nuestro ministro no puede sentir malestar por el eje cultural que nuestros museos han construido, vil razón sería que esté ubicado en la capital de España. No, no... no puede ser. Debí leer mal
En estos últimos días he observado, con cierto asombro, el nacimiento de una nueva «profesión»: activista cultural.
Quizás el alumbramiento sea producto de la ignorancia, inquietud y, no mentiré, desasosiego.
Que en un programa de televisión lea la cartelería que dignifica al «comentador» con su estola de activista cultural, no me deja indiferente.
Activista cultural es un término nuevo. Otro más del sincretismo del lenguaje de este movimiento renovador que sopla desde la orilla de la «izquierda demócrata».
Pero, como las casualidades no existen, o al menos eso me explicaron hace muchas décadas, la aparición de las noticias relacionadas del Ministerio de Cultura con la nueva gestión previsible de los museos españoles y, muy concretamente del Museo Nacional del Prado, me abrieron la puerta de la percepción. Más aún, leyendo algunas declaraciones de la presente cabeza visible del Ministerio de Cultura, la claridad fue absoluta.
Qué inteligencia tan obvia la de poner la cultura al servicio de una ideología. La posibilidad de desmembración del cuerpo crítico y artístico de nuestros museos deja de ser una idea válida por su carácter desintegrador de nuestra propia identidad cultural.
Cuando los ideólogos manejan la cultura, es la cultura la que se destruye. Decrece el pensamiento, desaparece la libertad y aniquila la identidad de la soberanía de un país.
Yo y muchos sabemos que a este viento renovador que viene del aliento del nuevo PSOE no le agrada el modo de pensar y de vivir de esta España nacida de la Transición del 78.
Como decía Kundera, «la cultura es la memoria y la conciencia colectiva de la continuidad histórica de ese modo de pensar y vivir». Por lo tanto, ustedes aspiran a cambiar la cultura por una nueva que responda a sus gustos por un pensamiento y vida muy concretos: los suyos.
Nos sentimos muy orgullosos de poder decir que El Prado es la única pinacoteca del mundo que alberga más obras maestras por metro cuadrado, que el Reina Sofía está habitado por la obra plástica más importante del arte del siglo XX... nimios ejemplos para aquellos que toman el asunto como una batalla cultural que no como una identidad cultural.
Creo que he debido leer con cierto cansancio y ceguera. Nuestro ministro de cultura no puede ser un partidario de la leyenda negra y, con respeto, que no son colonias, sino provincias... que poco les gusta estas letras históricas que hablan de Nueva España...
Nuestro ministro no puede sentir malestar por el eje cultural que nuestros museos han construido, vil razón sería que esté ubicado en la capital de España. No, no... no puede ser. Debí leer mal.
Les invito a ustedes, hombres de gobierno, a que repasen la definición de «activista» y quizás alguna más... y dejen los cuadros de nuestra memoria reposar en paz en tan dignas paredes, porque sirven al sentir de un pueblo y, las obras de arte, entienden poco de ideologías.
Señores del gobierno de la Cultura... como decía Cervantes, «sé breve en tus razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo», no vaya a ser que más que un «ministerio» parezca una asociación activista cultural, que no de cultura activista.
Calma y sosiego... que a veces la adolescencia política nos juega malas pasadas y la multa la pagamos todos los españoles.
- Pedro Fuentes es humanista